01 diciembre, 2008

BUENAS NOCHES Y BUENOS CIELOS

Tras una década escribiendo los editoriales de esta revista, justo desde que Tribuna de Astronomía y Universo se fusionaron, ha llegado el momento de cambiar algo de rumbo. No siempre, tras tantos años, uno sabe bien qué comentar sin repetirse algo. ¡Y si sólo fuera algo...!

Es tiempo de ceder con cariño este espacio a un nuevo autor, con nuevas ideas que puedan encender más y mejor, desde esta primera página, el interés por la astronomía y la astronáutica de los y las que la leen. Especialmente en este 2009, cuando tenemos por delante muchas actividades en conmemoración de nuestra ciencia y cuando estamos a punto de celebrar, en julio, la llegada del hombre a la Luna hace cuarenta años.

Los gravísimos problemas motivados por los bajos presupuestos dedicados por los gobiernos -central o autonómicos-, así como por las empresas, a la educación y a la investigación ya han sido discutidos y es seguro que nos van a lastrar en el futuro. En tiempos de crisis, más que nunca, hay que pensar en que la relación entre conocimiento (científico) y desarrollo está más que demostrada. Y más si queremos que éste último sea sostenible y justo para toda la humanidad.

El avance de las ciencias del espacio continúa dependiendo en exceso del trabajo en aplicaciones concretas más que de nuestros deseos de aprender. Vamos sabiendo cada vez más, es cierto, pero menos de lo que podríamos con otro tipo de planteamientos por parte de los responsables últimos de la industria espacial. Eso sí, tenemos una gran esperanza en lo que vamos a poder contemplar pronto desde ventanas casi mágicas como la que en breve será plenamente operativa en La Palma.

Decíamos en enero de 2001 que creíamos en la belleza e importancia de la exploración del Cosmos, aunque no fuera estrictamente útil, y rememorábamos a Kavafis ‘Si vas a emprender el viaje a Ítaca, pide que tu camino sea largo, rico en experiencias, en conocimiento (...) Ten siempre a Ítaca en la memoria (...). Más no apresures el viaje (...) . Aunque [al llegar] pobre la encuentres, no te engañará Ítaca. Rico en saber y vida, como has vuelto, comprendes ya que significan las Ítacas’.

Marchamos paso a paso. El que algunos gobiernos oculten ya su inversión en investigación espacial para la guerra implica que, al menos, les da vergüenza llamarla por su nombre. Quizás, con el tiempo, les dé vergüenza el gasto en sí. Seamos optimistas, aunque la jactancia con la que algunos publicitan estas inversiones no invite a la alegría.

Recordando a Walt Whitman, he pensado siempre que valía la pena gozar todo lo que pudiera del Universo, mirando todo lo lejos que fuera capaz, tratando de captar el espacio ilimitado que nos rodea. Pese a mis muchos errores y descuidos, me voy contento con el trabajo realizado y con la revista, así como con una enorme confianza en el futuro que le aguarda a la misma y a nuestra afición.

Alfonso López Borgoñoz

(Publicado en la revista Astronomía -Tribuna de Astronomía y Universo- en enero de 2005. Mi último editorial en ella)

30 noviembre, 2008

MÁS LEJOS...

Me comentaba en el año 1995, en una carta muy amable, Félix García-Castañer, cuando era director del Centro Europeo de Operaciones Espaciales de la Agencia Espacia Europea, que, si se ponía en relación lo imaginado en la película “2001, Una Odisea en el Espacio” y la realidad de ese año 2001, cuando llegara, “un resultado probable de tal comparación será el que la realidad se ha orientado más a las aplicaciones que a la exploración y colonización del espacio por el hombre”.

He vuelto a releer su carta, y otras, el día antes de enviar este texto, cuando ya el tiempo me apremiaba y debía escribir para este primer número de la revista del año, del siglo y del milenio, momento en que parece que la voz se ha de tornar especialmente grave y pausada, y la mirada lánguida, escrutando un futuro que, como siempre, es demasiado esquivo para poder ser contemplado.

En realidad, volviendo al mítico film, no sé si la película no hablaba ya de un futuro de aplicaciones más que de exploración. Recordemos que el hallazgo del segundo monolito se produce durante una serie de trabajos más o menos rutinarios sobre nuestro satélite y que el último viaje (bueno, el penúltimo) tiene lugar como consecuencia de ese descubrimiento.

Creo que las aplicaciones son necesarias, y que el conseguirlas buenas quizás es más complicado que la exploración en sí misma. Los ingenieros, como me dijo una vez Josep Amat –profesor de la UPC-, no sólo tienen que hacer ciencia de la mejor, sino que además deben hacer que funcione. Obtener cosas realmente útiles tiene tanto de exploración, sin duda, como el conseguir las inútiles.

El problema es que creo que García-Castañer no hablaba tanto de las aplicaciones entendidas como ampliación del conocimiento tecnológico, sino como una rutina mediocre abotargada que todo lo inunda (lo seguro antes que probar suerte con lo desconocido).

Particularmente, sigo viendo la belleza del conocimiento y de la exploración aunque no sean estrictamente útiles. Sin duda, nunca se ha de perder de vista que las cosas tienen un coste y que deben tener un retorno socialmente válido para todos, pero no puedo dejar de recordar ahora los versos de Kavafis en los que dice “Si vas a emprender el viaje a Ítaca, pide que tu camino sea largo, rico en experiencias, en conocimiento (...) Ten siempre a Ítaca en la memoria. Llegar allí es tu meta. Más no apresures el viaje. (...) Ítaca te regaló un hermoso viaje. Sin ella el camino no hubieras emprendido. Mas ninguna otra cosa puede darte. Aunque pobre la encuentres, no te engañará Ítaca. Rico en saber y vida, como has vuelto, comprendes ya que significan las Ítacas”.

La isla a la que se debe llegar siempre es a la de la aplicación final -desde una perspectiva social-, pero lo hermoso –a escala individual- está en el mismo viaje. Tal vez el emprender esos trayectos inciertos debiera ser nuestro destino, al menos es lo que algunos quisiéramos. Y no es tiempo perdido, ya que sin viajes e ilusiones individuales, quizás no hayan retornos sociales.

Muy posiblemente, la mejor manera que tenga de saludar a este 2001, que tímidamente y sin ruido ya ha llegado, es, como decía en uno de sus discos Lluís Llach, al rememorar él también a Kavafis, el de tratar de ir más lejos, siempre mucho más lejos.

Alfonso López Borgoñoz
(Editorial Tribuna de la Astronomía y Universo, enero 2001, primer número de todo un milenio)

04 noviembre, 2008

SOÑANDO MUNDOS

Acaba el año 2008, y llega en seguida el año de la astronomía... y el cuadragésimo aniversario de la llegada del hombre a la Luna...

En diciembre de 2009 se cumplirán cuatrocientos años justos desde que Galileo descubría cuatro nuevos mundos orbitando otro planeta (los satélites de Júpiter) y cuarenta años ya en julio desde que Neil Armstrong pisara el suelo lunar.

Nuevos mundos, nuevas posibilidades. El ansia de conocer otras realidades ha sido constante en el ser humano. La curiosidad, en ocasiones, no fue todo lo positiva que debiera haber sido, pero probablemente también era irrefrenable.

En esa línea, muchos vamos siguiendo, casi nerviosos, los resultados que, cada poco, nos van llegando de las investigaciones sobre otros sistemas solares. ¡Hace sólo poco más de diez años que atisbábamos esos planetas y ya nos parece que los descubrimientos van demasiado poco a poco!

Los avances, que parecen tímidos y reiterativos en ocasiones (otro mundo, otro cinturón de asteroides, otro eclipse lejano –muy lejano-...) son en realidad pasos muy importantes en la consolidación del conocimiento que tenemos sobre los llamados exoplanetas. Minúsculos datos que surgen a veces, de improviso, sirven para afianzar o hace caer pequeñas hipótesis sobre dichos cuerpos, que a veces, obligan a reajustar marcos conceptuales más amplios.

Y todo ello a la espera del siguiente paso, cada vez más cercano, que será el de captar otras tierras y sus atmósferas.

¿Habrá otros mundos como el nuestro? ¿Será la vida necesaria? Los resultados de la búsqueda de la misma en nuestro propio Sistema Solar, sin ir más lejos, son desalentadores. No creo que sea fácil que surja, pero probablemente tampoco que se mantenga a largo plazo. Un planeta cuyas condiciones varíen mucho con el paso del tiempo, una gravedad diferente, una mayor o menor lejanía del Sol (que afecta a la existencia de agua líquida), la falta o exceso de presión atmosférica, la falta –incluso- de ozono y de otros gases que evitan la llegada de radiaciones no deseables desde el espacio (como la ultravioleta), marcan algunas de las limitaciones (hay más) que nos hacen ver que algo tan intrascendente como meramente esperar este próximo fin de año sea casi un milagro y tal vez una rareza cósmica mucho menos frecuente de lo que nos pensamos. La inteligencia debe ser aún menos frecuente. Y la inteligencia bien aprovechada, aún mucho menos.

Como Galileo, hace cuatro siglos, estamos empezando a descubrir nuevos mundos. Tal vez nunca pongamos el pie en ellos, pero, no lo olvidemos, nadie nos podrá quitar el placer de tratar de llegar a conocer su existencia y de haber soñado el pasear por ellos, aprendiendo muchas cosas al desvelar sus secretos.

Alfonso López Borgoñoz

(publicado en la revista Astronomía, en diciembre de 2008)

07 octubre, 2008

SEMANA DE LA CIENCIA 2008

Llega de nuevo, a mediados de noviembre, la Semana de la Ciencia, una conmemoración que, durante unos días, tratará de acercar a la calle la Ciencia y la Tecnología, esas grandes desconocidas para la mayoría, cuyo conocimiento (y aún el mero contacto intelectual) muchos suelen tratar de rehuir ya desde la época escolar.

Y, sin duda, deben volver las actividades a ella asociadas porque, para qué negarlo, la gente (con cargo público o sin) vive mayoritariamente de espaldas a las mismas, aunque ambas estén con nosotros todos los días, desde el teléfono móvil ó los satélites, hasta las medicinas, las nuevas energías o los nuevos materiales, o nuestros propios vehículos.

Casi parece absurdo celebrar algo que está tan presente. ¿Se imagina alguien una semana del coche o de la televisión? No parece que tengan sentido, pese a la crisis, dada su presencia pública constante. Sin embargo, pese a que la investigación goza, junto a sus resultados, de un lugar a nuestro alrededor mucho más continuo e importante, ello no se suele ver ni valorar. Por ello debemos recurrir a apoyarla, festejándola un poco, para recordar su existencia y facilitar la comunicación de sus avances, así como para estimular su recuerdo y preservación, como igual sucede con algunas especies en peligro de extinción o con algunas grandes cuestiones humanitarias. Curioso.

También vale la pena que comentemos los presupuestos públicos del estado para el 2009. La verdad es que, por una vez, alegra el que, pese a la crisis, se vaya a seguir apostando económicamente por la investigación, aunque en menor cuantía de lo que merece (si hubiera más inversión privada, quizás no sería tan completamente imprescindible el aumento sostenido del gasto público en esta materia en España). Por lo que creemos, no se van a recortar los presupuestos dedicados a ella y, así, los fondos para la investigación, desarrollo e innovación civil crecerán un 6,7% con 8.191 millones de euros (cantidad sensiblemente menor al aumento que experimentó en el 2008, en el que se llegó al 17,4%) La crisis finalizará, como todas, y sin duda, será el conocimiento (y nunca su ausencia) el que nos saque, antes o después, de ella.

Por cierto, ¿qué mejor inicio para esta Semana de la Ciencia y para el Año de la Astronomía, que recordar que los principios del telescopio que usó Galileo tal vez fueran un hallazgo de un gerundense llamado Joan Roget a fines del siglo XVI y no de artesanos holandeses? En esta revista veremos como la posibilidad de que el ingenio óptico que revolucionó la astronomía surgiera nuestro país es algo más que una hipótesis incierta al haber datos que la hacen muy probable.

Alfonso López Borgoñoz
(Publicado en la revista Astronomía, página 5, en su editorial de noviembre de 2008)

26 agosto, 2008

EL ESPACIO SIGUE LLAMANDO...

“Se buscan hombres para un viaje peligroso.
Sueldo bajo. Frío extremo. Largos meses de completa oscuridad.
Peligro constante. No se asegura el retorno con vida.
Honor y reconocimiento si se tiene éxito”
(Texto de Shackleton, buscando tripulación para su expedición a la Antártida)


No es fácil atraer al público al mundo del conocimiento. Sin embargo Shackleton, pese a su desolador anuncio publicado en la prensa británica de hace un siglo, consiguió llenar sin problemas su barco hacia el Polo Austral con un montón de voluntarios.

Escribo este comentario ante la noticia de los miles de inscritos en toda Europa para acceder a una de las cuatro plazas de astronauta que la Agencia Espacial Europea ha sacado a concurso este año. De momento, la primera criba ya la han superado cerca de mil personas. Muchas aún para las vacantes que se ofrecen... Las pruebas, pues, deberán continuar sin bajar el listón.

¡Qué afición tenemos los humanos por enfrentarnos a nuevos retos, aunque en ello nos vaya la vida! La arqueología y la historia nos han legado las proezas de muchos valerosos marinos fenicios, griegos, chinos, portugueses, españoles, franceses e ingleses (y de otros muchos países) que conocían los detalles de su salida pero poca cosa más... Aunque en muchos casos había ansia de oro, no hay duda que los expedicionarios tenían otros medios en su época para conseguir dinero. Partir por mar hacia la nada nunca fue para ninguno de ellos la opción más sencilla...

Cuesta alejarse de la pasión por el Cosmos, aunque se vaya reduciendo el presupuesto que se destina a su exploración. Algo más de cincuenta años después del Sputnik, para muchos el Universo sigue siendo el mismo lugar fascinante al que saben que, pese a todas las dificultades, hay que seguir yendo.

Es por eso que los nuevos intentos, imaginativos y participativos, que nos siguen acercando a la aventura de la conquista del espacio son siempre bienvenidos.

Destaca en ese afán el intento el próximo jueves día 9 de octubre de lanzar un millar de microcohetes por miles de escolares de toda Europa (España incluida, claro), tras haber preparado ellos mismos los pequeños ingenios voladores. La actividad se hace en conmemoración del décimo aniversario de la Comunidad de Ciudades Ariane, una asociación sin ánimo de lucro -que preside el español Juan de Dalmau-, cuyo objetivo consiste en ayudar al desarrollo de las ciudades, como Barcelona o Madrid, que contribuyen a las actividades relacionadas con el cohete Ariane.

No sé si es necesario ni si vale la pena volver a la Luna o ir a Marte, como no sé si vale la pena saltar más alto en las Olimpíadas. Pero sé que, al igual que seguirán cayendo los récords en atletismo, estaremos en ambos mundos vecinos en este siglo, a poco que se pueda...

Alfonso López Borgoñoz

(Publicado en Astronomía el 1 de octubre de 2008, como Editorial)

07 julio, 2008

NO HAY PASO PEQUEÑO, SI ES CONSTANTE

La pérdida de estudiantes en las carreras de ciencias y tecnología en toda España en los últimos años empieza a ser un problema. Y posiblemente grave, aunque sus efectos no los notaremos en breve, aunque sí a medio plazo. No es la primera vez que lo comentamos, pero la apertura de cada nuevo curso escolar y la lectura de algunas estadísticas nos lo imponen. Es un goteo lento pero firme, al que no ha frenado mucho la mayor presencia de la mujer en todos los ámbitos de la vida universitaria.

La caída en el número de personas que tratan de estudiar estas materias ha motivado, además, una reducción en la nota que se precisa para acceder a las mismas. Sin duda, ello no implica por fuerza una pérdida de calidad (si el mantener un flujo en los y las que aprueban no obliga al profesorado a bajar el horizonte de conocimientos que se debe requerir al considerar la aptitud de nadie para un título), pero tampoco ayuda a mejorar el nivel.

Así, no parece fácil que la confianza, débil, de la mayor parte de empresas e instituciones públicas en la importancia de invertir en ciencia y tecnología para el desarrollo y la innovación vaya hacia arriba. Si la gente no elige estudiar estos temas, es fácil entender que a la hora de presupuestar inversiones en ello los entes que deciden sean reticentes. La ciencia y la tecnología, su interés, puede que cada vez se vaya viendo más lejano para la mayor parte de los habitantes de España, en todos los ámbitos, pese a vivir en un mundo extraordinariamente tecnificado y científico.

El problema es que ya no va a bastar con el que inventen ellos (o ellas, claro). Cada vez hay menos ellos en todo el mundo, salvo en los llamados países emergentes. El mismo problema de falta de ‘vocaciones’ científicas y tecnológicas en la juventud se da en todos los países desarrollados, incluso en Japón. De entrada, es más fácil, rápido, con menor esfuerzo y menos incierto el ganar más dinero en otros ámbitos.

Por eso, como indicamos en el título de este escrito, no hay paso pequeño, si es constante. Y de ahí que a partir de este mes empecemos en nuestra revista a poner en su portada el logotipo del Año Internacional de la Astronomía 2009, de cuya organización somos miembros de su Nodo Nacional y en la que colaboramos activamente.

Es casi un deber celebrar la ciencia, sus logros, en cada ámbito, así como recordar, mes a mes, cómo hace cuatrocientos años, en momentos mucho más complejos, Galileo, Kepler y muchos otros supieron estar a la altura de las circunstancias, aceptando que lo que podían comprobar era lo que debían defender. No sólo es ciencia, es también política. Y de la buena.

Alfonso López Borgoñoz

(publicado en la revista Astronomía, como editorial, en Septiembre de 2008)

07 junio, 2008

AMNISTÍA INTERNACIONAL. EL PAPEL DE LAS ORGANIZACIONES NO GUBERNAMENTALES EN LA DEFENSA DE LOS DERECHOS HUMANOS

"Sin el trabajo de organizaciones como Amnistía Internacional, el mundo sería un lugar mucho peor"
Francisco Reardon, defensor de los derechos de los presos en Brasil.
"Amnistía Internacional está presente cuando muy poca gente está dispuesta a continuar estando“.
Ray Chioto, periodista de Zimbabwe detenido y torturado.
“Soy consciente de la cantidad de veces que me habéis salvado la vida y habéis hecho posible nuestro trabajo”
Wangari Maathai, Premio Nóbel de la Paz 2004, dirigiéndose a todos los miembros de Amnistía Internacional.

DEMASIADO IMPORTANTE...
En una escena de la película Teléfono rojo, ¿volamos hacia Moscú?[1], uno de sus personajes, el general estadounidense Ripper, explicaba a un capitán, lo que pensaba sobre el arte de la guerra:
“Mandrake, recuerde lo que dijo Clemenceau sobre que la guerra era demasiado importante para dejarla en manos de los generales. Cuando dijo esto, hace cincuenta años, seguramente tenía razón. Pero hoy en día la guerra también es demasiado importante para dejarla en manos de los políticos. No tienen ni el tiempo, ni los conocimientos ni la inclinación para dedicarse a la estrategia”.
No sé si la frase sobre la guerra es de Clemenceau. De hecho, creo que no. Pero tengo la impresión de que algunas cosas que se enuncian en la frase de Ripper puede que sean ciertas, aunque por motivos diferentes a los suyos y con unas conclusiones que apuntan en un sentido completa y totalmente opuesto.

Sin duda, la guerra es algo demasiado importante para dejarla sólo en manos de los altos mandos del ejército, y también en la de sus mandos bajos. También es demasiado importante para delegarla en manos sólo de arqueólogos, botánicas, bomberos o catadoras de vinos. Y como es evidente, también es lo suficientemente importante como para no dejarla en manos solamente de los políticos y de las políticas.

La guerra es cosa de todos, ya que la acabamos pagando todos, y muy cara.

Pero también la paz (y las condiciones de la misma) es demasiado importante como para dejarla sólo en las manos de ningún colectivo concreto. Es cosa de todos y todas.

Así mismo, también tiene suma importancia el trabajo por la mejora de la base sobre la que se asienta el difícil y complejo entramado jurídico que nos relaciona con los estados y con los gobiernos que los rigen (cualquiera de ellos).

Nos afecta a todos y todas. Son la base de nuestra relación personal con el mundo. Todas esas reglas y cuestiones (y las decisiones sobre ellas) son algo demasiado importante para que decidan sobre las mismas sólo gobiernos, militares o ciclistas, sean del color, religión o tipo que sean.

Y es lógico que nos preocupemos. Los y las que gobiernan, sea cual sea su origen, y desde siempre, no han parecido muchas veces tener —tal como decía Ripper en la frase mencionada— ni el tiempo suficiente, ni los conocimientos adecuados ni la inclinación necesaria para resolver bien todos los problemas que la defensa de unos mínimos derechos básicos implican, ni para sus compatriotas ni, mucho menos, para los habitantes de otros países...

La suma de sus preocupaciones (muy variadas y complicadas) y su sistema de priorización, no siempre ha guardado una relación directa con la defensa de los intereses concretos de una gran mayoría de las personas de todo el mundo, aunque quizás sí en casos concretos de su propio estado.

NO NACEMOS EN UNA COMPLETA DESNUDEZ… (DEL TODO)
Antes de la Declaración Universal de Derechos Humanos los seres humanos nacíamos en total desnudez, sólo con nuestras manos. Básicamente, en la mayor parte de países del mundo, sólo éramos una mera mano de obra para los y las que controlaban el poder. Cada estado regulaba las vidas de sus habitantes según creía pertinente y según la relación de fuerzas que sustentaba al grupo dominante.

Ahora la cosa ha cambiado algo. Aunque de momento levemente, hasta que no funcione de verdad el Tribunal Penal Internacional y sus sanciones se apliquen.

Seguimos naciendo sin ropa, sí, pero cargamos en el momento de la palmadita en la espalda ya con una mochila invisible, tal vez el regalo más grande que las anteriores generaciones nos hayan legado (nunca ha sido más cierta esa frase que se atribuye a Newton acerca de que si vemos más lejos, es porque estamos subidos a hombros de gigantes), ya que nazcamos donde nazcamos, desde el más puro inicio, tenemos una serie de derechos inalienables.

Si alguna vez vienen algunos de esos marcianos malvados de serie B con pinta de escarabajo, ¿qué enseñarles para demostrarles que teníamos algo por lo que ser salvados? ¿la muralla china? ¿las pirámides? ¿nuestros conocimientos sobre mecánica cuántica o sobre la relatividad de Einstein? ¿la teoría darwinista de la evolución? Quizás lo mejor sería la Declaración universal de Derechos Humanos y algunos de los múltiples tratados conexos, con todas sus regulaciones, y que pese a sus múltiples defectos (que se deben pulir) nos tratan de mostrar con una gran parte de nuestra dignidad y cuyo respeto posibilitaría que todos nos pudiéramos sentir seres humanos.

Porque, quizás, eso es lo que nos hace personas en el ámbito social, nuestros derechos.

Como vemos, la correcta mejora de la regulación de estos derechos por todos y todas es algo demasiado importante. El contenido de esa mochila, nos afecta a nosotros y a vosotras, y a nuestros descendientes, ya para siempre.

Si me preguntan que libro me llevaría a una isla desierta, siempre contesto que El Quijote, aunque no se si un manual sobre cómo construir barcos sería más adecuado. Pero si hubiera dudas sobre si realmente estaba habitada o no, llevaría sin duda la Declaración Universal de Derechos Humanos, ya que sus principios, muy probablemente, serían la mejor manera de asentar las bases sobre las que entablar una relación.

UNA VELA EN LA OSCURIDAD
Tal vez fuera por todo ello (y más cosas) que Peter Benenson, fundador de Amnistía Internacional (que lamentablemente falleció hace ahora poco más de un año, el pasado 25 de febrero de 2005), y una larga serie de gente que colaboró con él desde el principio, empezaron a trabajar hace 45 años (en 1961). En realidad, su trabajo había empezado antes, pero en ese año se asentaron las bases de la que creo fue una gran idea.

Vieron, como hemos dicho al principio, que no sólo la guerra, sino también la paz y todos los derechos más básicos y fundamentales contenidos en la carta de los Derechos Humanos, que se había aprobado en las Naciones Unidas hacía sólo 13 años, eran una competencia de todos y cada uno de nosotros, y que esa preocupación era indelegable.

No sólo cuando se ejercía en favor de la propia causa, sino, especialmente, cuando con nuestra débil luz tratábamos de iluminar la vida de nuestros semejantes.

Pero no sólo vieron eso, se apercibieron de que o nos mojábamos todos y todas, o nadie se iba a preocupar mucho porque todo pasara del papel jurídico a nuestras vidas y a las del resto de los seres humanos.

Había que presionar a los gobiernos y a todos y todas los y las que podían violar los enunciados del derecho humanitario de forma constante, e investigar para saber qué estaba pasando. Se precisaba gente que empujara y unos investigadores y unas investigadoras independientes que pudieran llegar hasta la información y transmitirla.

DERECHOS EN LA ENCRUCIJADA
Cabe recordar ahora algo obvio, y es que, como sé que todos sabemos, la lucha por la regulación del poder, contra los antojos de la fuerza, ha sido constante desde los inicios de la humanidad. Lo es incluso en el colegio... La búsqueda de la mayor seguridad jurídica, que es lo que viene determinado por un mundo en el cual el derecho prevalece, ha sido siempre un ideal, que ha guiado a cientos de generaciones.

Así, un antiguo código como el de Hamurabi, o el conocido precepto bíblico del ‘ojo por ojo, diente por diente’, tal vez fueran un avance en su momento, ya que suponían un control de la venganza del poder. Por cada diente, sólo un diente. Por cada ojo, sólo un ojo. No era bueno, pero tal vez fuera mejor que nada (es decir que el o la que más poder tenía, decidiera en cada caso cuantos dientes u ojos).

Aunque ahora no parece ser el tiempo de reivindicarlo, con una guerra indefinida contra un terror indefinido en marcha, el derecho —mejor o peor—, cuando es respetado, es desde hace miles de años la única fuente de seguridad para todos los seres humanos que tratan de huir de la arbitrariedad[2], tal como se recoge en numerosos tratados, como en el artículo 7[3].1 del Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y Libertades Fundamentales “Nadie podrá ser condenado por una acción o una omisión que, en el momento en que haya sido cometida, no constituya una infracción según el derecho nacional o internacional. Igualmente no podrá ser impuesta una pena más grave que la aplicable en el momento en que la infracción haya sido cometida”[4].

También es preciso indicar como los diferentes derechos se han ido arrancando al poder en una dura pugna a lo largo de muchos siglos por gentes de todo el mundo, en la búsqueda de un mínimo de seguridad y dignidad. El paso del concepto de vasallo al de ciudadano, fue muy importante en este contexto, y la luces de la Ilustración ya alumbraron los primeros principios de derechos inalienables de los seres humanos frente a sus estados, a fines del XVIII.

Por último, señalar en este apartado que los derechos humanos son fruto de una lenta elaboración y de una definición más o menos concreta, para la que se precisaba de un consenso amplio entre los y las que los redactaron y los y las que los defendían, y de una aceptación posterior por muchas estados para poder ser utilizables como tales (consensus omniun gentium).

Pensemos que los derechos humanos son Derecho, con mayúsculas, y no principios éticos personales de quien o quienes los sustentan, y por ello discutibles. Tampoco son principios religiosos concretos. Y tienden a tratar de buscar la universalidad, el consenso intercultural, como única manera de extenderlos entre todos los humanos.

Resulta lógico que fuera necesario, para poder luchar por esos derechos, el tratar de definirlos de la forma más certera y más universal. El problema dejó de ser filosófico o religioso, para pasar a ser jurídico.

Un paso muy importante en este avance fue, precisamente, el de los principios enunciados en la Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH), dado que la misma supuso un importante cambio en la perspectiva internacional del trabajo sobre derechos humanos. Cierto que después cada uno de sus artículos precisaba un ulterior desarrollo normativo posterior, como pasó, por ejemplo, con la tortura. Pero era un primer paso firme a partir del cual seguir avanzando.

Según esa declaración, los seres humanos no solo tenían derecho frente a sus propios estados, sino que los tenían frente a todo simplemente por ser seres humanos, independientemente de donde vivieran o de las circunstancias geográficas o culturales en las que hubieran nacido[5]. Sus derechos fundamentales eran inalienables y eternos.

Tal como señala Michael Ignatieff[6], esta declaración forma parte de una amplia reorganización del orden normativo internacional tras los horrores que se vivieron durante la segunda guerra mundial:
“Antes de la segunda guerra mundial, sólo los Estados eran sujetos del derecho internacional. Con la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, se otorgó a los derechos de los individuos un reconocimiento jurídico internacional. Por primera vez, a los individuos —fuera cual fuese su raza, religión, género, edad o cualquier otra característica— se les garantizó unos derechos que podían oponer a las leyes estatales injustas o a las costumbres opresivas”
Nuestros derechos, a partir de ese momento, nos eran comunes a todos, y, seguramente, debíamos defenderlos entre todos. No sólo dentro de las fronteras de cada estado, sino también fuera.

La declaración era, sin embargo un pacto entre estados, ¿podrían los estados avanzar en la defensa de estos principios ellos solos?

LOS INICIOS DE AMNISTÍA INTERNACIONAL.
DERECHOS HUMANOS, DERECHOS DE TODOS, EXIGIBLES POR TODOS
Tras aprobarse la Declaración Universal de Derechos Humanos, los avances fueron más o menos rápidos en algunas partes y en algunos temas, y muy lentos en otros. Para mucha gente en los años cincuenta, hacía falta un mecanismo, más allá de los estatales o paraestatales, que permitiera ejercer una presión para que su implantación en todo el mundo se fuera dando a un ritmo aceptable

Y tal vez valga la pena hacer aquí ya un poco de historia, muy breve, sobre los inicios de Amnistía Internacional para entender un poco mejor como esta organización es lo que ha llegado a ser hoy y avanzar un tanto más en entender el porqué del importante papel de las organizaciones no gubernamentales en la defensa de los derechos humanos.

Todo, de hecho, empezó con una campaña a la que se le dio el nombre de “Llamamiento por la Amnistía, 1961” (Appeal for Amnesty, 1961), que fue iniciada por Peter Benenson conjuntamente con Eric Baker y el abogado Louis Blom-Cooper, teóricamente de un año de duración, que se lanzó el 28 de mayo de 1961 mediante un artículo firmado por Benenson titulado The Forgotten Prisoners (Los Presos Olvidados[7]), publicado inicialmente en el periódico británico The Observer[8], que empezaba así:
“Abra el periódico —cualquier día de la semana— y encontrará una noticia sobre cualquier lugar del mundo en el que alguien está encarcelado, está siendo torturado o va a ser ejecutado porque sus opiniones o su religión son inaceptables para su gobierno. Hay varios millones de tales personas en prisión (...). El lector siente una desagradable sensación de impotencia. Pero si estos sentimientos de rechazo que experimentan personas de todo el mundo pudieran unirse en una acción común podría hacerse algo eficaz.”

Después, recordaba los artículos 18 y 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos en los que se habla de libertad de pensamiento, conciencia y religión, así como a la libertad de opinión y expresión. Señalaba que el problema no era que ese derecho estuviera recogido en una Constitución, sino que se impidiera su ejercicio. Era necesaria la actuación de personas independientes, muchas, todas las posibles, para lograr un real avance en la posibilidad de disfrutar en todo el mundo de esos derechos.

Se definía por primera vez a los llamados prisioneros y prisioneras de conciencia, la base del trabajo de la nueva entidad en aquel momento, como cualquier persona sobre la que se ejerciera un control físico (por encarcelamiento o por otras maneras) por haber expresado (en cualquier forma de palabras o símbolos) cualquier opinión que él honradamente mantuviera y que no abogara o justificara la violencia personal.

Finalmente, el texto acaba con la siguiente frase:
“El éxito de la campaña de amnistía de 1961 depende de cuan rápida y poderosamente sea posible conseguir el apoyo de la opinión pública. También depende de la amplitud de su composición, de que sea internacional en su carácter y políticamente imparcial en su dirección (...). Cuánto se puede conseguir cuando los hombres y mujeres de buena voluntad se unen se pudo ver durante el año mundial de los refugiados. Inevitablemente, la mayor parte de la acción (...) puede ser llevada a cabo sólo por los gobiernos. Pero la experiencia nos enseña que en materias tales como las presentes, los gobiernos están preparados sólo para seguirlas en el caso de que la opinión pública lidere el proceso. La presión de la opinión desde hace cientos de años consiguió la emancipación de los esclavos. Es ahora el momento para que los seres humanos insistamos en pedir la misma libertad para nuestras mentes que para nuestros cuerpos”[9].
El motivo concreto que llevo a Benenson a ello fue su indignación al leer un artículo en el mes de noviembre de 1960[10] por la condena a siete años de prisión —bajo la dictadura de Salazar— de dos estudiantes en Portugal... sólo por haber brindado en favor de la libertad en un café de Lisboa.
“Me empujó a actuar la lectura de un artículo sobre dos estudiantes portugueses que habían sido detenidos y condenados a prisión por brindar por la libertad en un restaurante de Lisboa. El hecho me enfureció tanto en ese momento que subí las escaleras de la iglesia de St Martins-In-The-Fields, tras salir del metro, y entré para ver que se podía hacer para movilizar a la opinión mundial.

Me di cuenta de que los abogados por sí mismos no tenían suficiente poder para influir en el curso de la justicia en los países no democráticos. Era necesario pensar en un grupo más numeroso de personas que aprovechara el entusiasmo de la gente de todo el mundo que estaba deseosa de que existiera un mayor respeto por los derechos humanos.

Hubo un tiempo en que los campos de concentración y los lugares infernales del mundo estaban en la oscuridad. Ahora están iluminados por la luz de la vela de Amnistía Internacional, la vela rodeada de alambre de espino. La primera vez que encendí la vela de Amnistía Internacional, tenía en mente el viejo proverbio chino: «Es mejor encender una vela que maldecir la oscuridad»“[11].

Como consecuencia de ello, y conjuntamente con Baker y Blom-Cooper, pensó que era necesario bombardear con cartas de protesta a la dictadura de Salazar, en las que se mostrara la posición completamente contraria a estos abusos por parte de gentes de todo el mundo, de personas individuales, sin nombres conocidos a escala internacional, independientes...

La pregunta —que se contestó afirmativamente al poco tiempo— era ¿podrían ser los presos de conciencia liberados sólo gracias al poder de cartas sencillas, enviadas de forma masiva? ¿podía una organización no gubernamental, independiente, que defendiera los mismos derechos en todas partes tener una influencia real en las condiciones de vida de gentes de todo el mundo?

Los objetivos que se proponían en su primer momento los tres impulsores del llamamiento por la amnistía eran relativamente sencillos, trabajar imparcialmente por la liberación de las personas encarceladas por sus opiniones, procurarles un juicio justo y público con las debidas garantías, ampliar el derecho de asilo, ayudar a los refugiados políticos a encontrar trabajo e instar la creación de mecanismos internacionales efectivos para garantizar la libertad de opinión.

Pronto, muy pronto, se obtuvieron más de mil muestras de apoyo a la idea de organizar campañas internacionales de protección de los derechos humanos. En sólo doce meses, la incipiente organización ya había enviado delegaciones a cuatro países para vigilar los derechos de los prisioneros y de las prisioneras, se había preocupado de doscientos diez casos y ya había organizado ramas nacionales en siete países diferentes. Diferentes grupos adoptaban presos y presas de conciencia concretos y presionaban por su liberación a los gobiernos.

¿Era ésa, como ya hemos visto al principio, una tarea sólo para los sindicatos, para los partidos políticos, para los gobiernos o las organizaciones gubernamentales? ¿Quién debía asumir la defensa de los presos y presas de conciencia, especialmente de los más olvidados, sin distinciones, en un mundo fuertemente dividido? ¿todos y todas?

Y no se trataba de suplir ni a los poderes civiles ni a los militares, sino sólo la de presionar, de forma conjunta.

Visto lo que se veía, y lo que se ve, en todo el mundo, y tal como venimos defendiendo, estaba claro que los derechos humanos era una materia demasiado importante como para dejarla en manos de los políticos y las políticos que ejercían sus labores en los gobiernos o en la oposición.

Eran y son demasiado importantes para dejarlos en manos de las mayorías y de las minorías, o de los ejércitos regulares o de los grupos armados. Eran y son demasiado importantes para dejarlos en manos de cualquiera, de otros.

Para Irene Khan, actual secretaria de Amnistía Internacional, Peter Beneson “creía en la capacidad del ciudadano de a pie para generar un cambio extraordinario y con la fundación de Amnistía Internacional nos dio a cada uno de nosotros la oportunidad de hacer que las cosas cambien”. Según ella “en 1961, gracias a la visión de Peter Benenson, nació el activismo en defensa de los derechos humanos. En 2005, nos ha dejado como herencia un movimiento de derechos humanos de alcance mundial que no se extinguirá nunca”.

Esta acción se convertiría, tras una larga historia, en un movimiento de defensa de los derechos humanos de ámbito mundial y, en medio de todo, en una organización de alcance internacional —Amnistía Internacional—, en continua expansión y discusión sobre las bases de su trabajo, que se ha ocupado de varios miles de casos de víctimas de violaciones de derechos humanos y ha servido de estímulo a millones de personas en todo el mundo para defender los derechos humanos.

A MODO DE CONCLUSIÓN (aunque sólo de este texto, no de la lucha...)
Amnistía Internacional tiene el convencimiento que sólo fundamentando actitudes y conductos basadas en el respeto y la solidaridad, mediante la educación, es posible construir un mundo en el cual los derechos humanos sean más respetados.

Tal vez existen derechos indelegables, por más que muchos crean que no sólo se podían, sino que se debían delegar.

En la ceremonia conmemorativa del vigésimo quinto aniversario de Amnistía Internacional, Benenson encendió lo que se ha convertido en el símbolo de la organización, una vela rodeada de alambre de espino, y pronunció estas palabras:
“La vela no arde por nosotros, sino por todos aquellos que no conseguimos sacar de prisión, que fueron abatidos camino de la prisión, que fueron torturados, que fueron secuestrados o víctimas de ‘desaparición’. Para eso es la vela.”
Tal vez una de las mejores cosas que nos ha legado el siglo XX sea ver como la lucha de los no implicados y de las no implicadas ha servido de forma efectiva para mejorar las condiciones de vida de las víctimas de las violaciones de derechos humanos en todo el mundo.

Nosotros debemos impulsar la creación de normas de salvaguarda. Tal vez no ocuparnos del redactado, que debe ser de expertos, pero sí el impulso de aquello que la legislación internacional deba asumir y el control de lo que se escriba.

Siempre ha sido así, el derecho pone límites al poder sin límites, y a los que principalmente nos deben preocupar encauzar esos límites es a las personas normales

Tal vez los derechos humanos no deban ser idolatrados, ya que como todo derecho está y debe estar sujeto a revisión por ciudadanos de todo el mundo en cada momento. Según Isaiah Berlin, sólo puede recabarse un apoyo universal para ellos si su función se limita a proteger y mejorar la capacidad de los individuos para llevar las vidas que desean.

Para acabar volveré de nuevo a la frase de Ripper. Hoy en día la guerra continúa siendo demasiado importante para dejarla en manos de los políticos y de las políticas. Por lo que vemos en la llamada “guerra contra el terror”, sin duda, cada vez es más necesario que se alcen las voces independientes en defensa de los derechos humanos de las personas que, en todo el mundo y en nombre de dicha guerra, se ven privadas de sus derechos más básicos en la búsqueda de una seguridad que muchos millones de personas han perdido del todo por culpa de esa guerra.

Mientras se celebran cumbres sobre terrorismo y se es incapaz de definir lo que es ello, pero se está de acuerdo en emplear toda la fuerza para acabar con no se sabe qué, es preciso cada vez más la unión de todos en la defensa de los principios que emanan e la Declaración Universal de 1948 que aún sigue vigente y de muchos de los principios que en 1961 vieron nacer a Amnistía Internacional.

Según Jonathan Power “Quizá Amnistía Internacional no haya cambiado el mundo todavía, pero tampoco lo ha dejado tal como lo encontró”[12].

Alfonso López Borgoñoz,
Presidente de Amnistia Internacional Catalunya

(Texto de la conferencia pronunciada el 10 de marzo de 2006 en la Universidad de Barcelona en los cursos sobre Derechos Humanos del Institut de Drets Humans de Catalunya)

NOTAS
[1] Extraña traducción del título original del film Dr. Strangelove or how I learned to stop worrying and love the bomb, dirigida en el año 1964 por Stanley Kubrick,
[2] Ahí está una de las bases del razonamiento crítico de Amnistía Internacional a muchas de las actuales normas que se impulsan en algunos de los países occidentales, rompiendo con una larga tradición, ya que muchas de las nuevas prácticas pueden suponer el acabar con el Estado de derecho y la separación de poderes al asignar determinadas atribuciones fundamentales al ejecutivo. El miedo al terror puede acabar con el derecho. La organización ha expresado su profunda inquietud ante el hecho de que los ejecutivos traten de sortear la función de la policía, las autoridades fiscales y los jueces sin que haya un sistema eficaz de control y equilibrio. “Si no se acusa a las personas de un delito reconocible y se les garantiza íntegramente el derecho a ser juzgadas por un tribunal independiente e imparcial, el acceso sin trabas a todas las pruebas en su contra y el derecho a preparar una defensa completa y eficaz, no se podrá remediar la profunda injusticia y afrenta para los derechos humanos y el Estado de derecho que va a significar la promulgación de la Ley de Prevención del Terrorismo” ha manifestado Amnistía Internacional, en el caso de un proyecto de ley que se iba a aprobar en el Reino Unido.
[3] Cuyo enunciado es ‘No hay pena sin ley’.
[4] Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y Libertades Fundamentales, de 4 de Noviembre de 1950, revisado en conformidad con el Protocolo n° 11 (Fecha de entrada en vigor 1 de noviembre 1998).
[5] Nada cae de un árbol, y se crea de golpe. Ni siquiera pasó eso con la célebre manzana de Newton y la ley de gravitación universal. De hecho, la existencia de unos valores y derechos mínimos universales se habían predicado desde siempre por diferentes religiones. El problema es que en tanto religiones, en tanto materia de fe, no eran propiamente universales. Tal vez lo primeros pasos en la búsqueda de unos derechos laicos, aceptables por todos (o no), pero sujetos a discusión, los tenemos en todo un movimiento que surge tras la conquista de América, que estudia los derechos de los nativos de las tierras recién descubiertas, que sigue con la Ilustración y las revoluciones burguesas, que continúa con los movimientos abolicionistas de la esclavitud y con los movimientos internacionalistas de trabajadores. En este caso, el paso dado es que es una Declaración Universal, aceptable en principio por todos, sin exclusiones, aunque puesta en práctica por nadie.
[6] M. Ignatieff “Los derechos humanos como política” pág. 31, incluido en M. Ignatieff “Los derechos humanos como política e idolatría”. Traducción de F. Beltrán Adell. Editorial Paidós. Barcelona, 2001.
[7] Los presos olvidados eran ocho, Agostino Neto (que después sería presidente de Angola), el rumano Constantin Noica, el estadounidense Ashton Jones, el sudafricano Patrick Duncan, el griego Tony Abiaticlos, el húngaro Mindszenty, el checoeslovaco Josef Beran, y el español Antonio Amat, un abogado encarcelado por tratar de formar una coalición de partidos democráticos en la España franquista. También se hablaba del caso de Tierno Galván.
[8] Pero no sólo se publicó en este diario. El diario francés Le Monde lo publicó de forma simultánea, y al día siguiente otros diarios lo reprodujeron, como The New York Herald Tribune (EEUU), Die Welt (RFA), Le Journal de Genève (Suiza), Politiken (Dinamarca) y Dagblatt (Suecia), así como posteriormente otros diarios de Holanda, Italia, Sudáfrica, Bélgica, Irlanda y la India. “Incluso en Barcelona, un periódico, asumiendo un riesgo con el régimen de Franco, mencionó su publicación” (pág. 163 de J. Power “Como agua en la piedra. La historia de Amnistía Internacional”. Trad. de F. Chueca. Editorial Debate. Madrid, 2001).
[9] En este artículo fundacional del 28 de mayo de 1961 se citaba el caso de un abogado español, Antonio Amat, que trató de crear una coalición de grupos democráticos y ha estado en prisión sin juicio, desde noviembre de 1958 y se mencionaba el proceso a Tierno Galván, entonces profesor de universidad y posteriormente, en la década de los setenta y principios de los ochenta, Alcalde de Madrid.
[10] J. Power op. cit. pág. 162
[11] Palabras pronunciadas por Peter Benenson en 1994, tomadas del vídeo: Peter Benenson appreciation [En agradecimiento a Peter Benenson]. Amnistía Internacional, 1994.
[12] Entrevista a Jonathan Power publicada en la sección ‘La Contra’, en la contraportada del diario La vanguardia, de 19 de enero de 2002.

03 junio, 2008

OBJETIVO: LA LUNA

El pasado 4 de octubre celebrábamos el quincuagésimo aniversario del lanzamiento del Sputnik. Un mes después, recordábamos a la perrita Laika y su breve experiencia espacial. En enero, le llegaba el turno al primer satélite estadounidense. Ya entonces comentábamos que valía la pena estar atentos, dado que muy a menudo, a partir de entonces, íbamos a poder recordar cada poco un acontecimiento asociado al nacimiento de la carrera espacial, dado lo rápido de su desarrollo en su primera década larga de historia.

Y mientras seguimos de vez en cuando, aunque ciertamente con menor énfasis, los diferentes eventos astronáuticos vividos hace medio siglo en la URSS o en los EEUU, una nueva conmemoración empieza a otearse en el horizonte, y es que estamos sólo a un año del cuadragésimo aniversario de la llegada del hombre a la Luna. Sí, hace de ello cuarenta años, ya.


Se inicia este verano una larga cuenta atrás que, en su momento, se vivió con una enorme intensidad por todos los aficionados al espacio, mientras se iban viendo cada poco los progresos estadounidenses y se pensaba en una hipotética reacción sorpresa procedente de la enigmática URSS.

Ha pasado mucho tiempo (más del que quisiéramos algunos, tal vez) y, sin embargo, muchos continuamos recordando con afecto algunos aspectos de aquella época (no todos, evidentemente), y seguimos viendo con admiración el programa Apolo, que entre el mes de abril de 1968 y el primer paso de Armstrong sobre la Luna el 20 de julio de 1969, pudo enviar al espacio seis misiones históricas como fueron las del Apolo VI (4/IV/1968, sin tripulación, para probar el cohete Saturno V), la del Apolo VII (20/X/1968), la del Apolo VIII (21/XII/1968), la del Apolo IX (3/III/1969), la del Apolo X (18/V/1969) y la del mismo Apolo XI (16/VII/1969). Todo a una velocidad de vértigo, con un hito del programa Apolo cada dos meses y medio, de media.

Como también sabemos, tras algunas pocas misiones más, no se ha vuelto a nuestro satélite. Cada cierto tiempo alguien (en EEUU, Europa o ahora en China) dice que dentro de una década -más o menos- volverá allí. Seguramente algún día eso será cierto.

Ahora tenemos más cercano en nuestro imaginario, quizás, a Marte. Por allí andan en estos momentos la reciente Phoenix Mars Lander y los robots exploradores Spirit y Opportunity. Dichas naves están sobre el planeta rojo para conocerlo mejor, pero también, de alguna manera, para preparar el siguiente paso que es el enviar seres humanos a pisar su superficie.

Quizás ese viaje sea innecesario, peligroso y, como mínimo, incómodo (un viaje muy muy largo, con frío y con carencia de oxígeno, gravedad y presión...). Sin embargo, aunque sé que muchos tal vez no estarán de acuerdo, a la larga, sin duda, deberemos ir allí, aunque parezca estúpido. E incluso espero que eso sea pronto. No es lo mismo ver fotos de una playa que estar en ella…

Alfonso López Borgoñoz


(Editorial Revista Astronomía, julio y agosto 2008)

28 abril, 2008

JUEGOS

La semana pasada quise comprar en mi ciudad un dominó, un juego de damas y uno de oca y parchís. No fue fácil. Juegos raros había muchos, pero los citados no los encontré con facilidad. Por suerte, en un bazar chino, había de todo.

Gracias a ellos (a los bazares chinos), puedo jugar con mi hija a juegos tradicionales de aquí, ya que en las jugueterías españolas, ahora, sólo hay juguetes hechos en China...

31 marzo, 2008

CARGA DOCENTE...

Un buen amigo, profesor de la Universidad Politécnica de Cataluña, me hablaba el otro día de lo curioso que era que al principal trabajo (según creo yo) de un profesor universitario, el enseñar, se le denominara normalmente como ‘carga’ docente.

Esta carga suele ser objeto, además, de debate sobre la cantidad de la misma que debe ‘soportar’ cada miembro del profesorado, dado que se considera que se debe tratar de reducir en aras de que los profesores o profesoras puedan realizar otras tareas, como las de investigación, que son las que realmente cuentan.

En un momento en que, como cada poco (casi cada año), se vuelve a tratar el tema de los cambios en la universidad española, resulta curioso comprobar cómo se va sofisticando más la evaluación del trabajo de investigación, con complicadas discusiones sobre métodos, y, sin embargo, sigue existiendo un vacío enorme en la evaluación de la calidad de la enseñanza (aunque reconocemos que su valoración no es sencilla). Sin embargo, lo peor es el sentimiento de que ello, para muchos, no parece tener mayor importancia...

Si bien la investigación es básica en el desarrollo de cualquier estado, y eso lo seguimos defendiendo sin dudarlo como siempre, no es menos cierto que la mejor formación para nuestros estudiantes no pasa por tener un profesorado sólo con una acreditada solvencia investigadora, que se pasen todo el curso de congreso en congreso (dejando, al carecer lógicamente del don de la ubicuidad, su carga docente a becarios u otros profesores), sino que más bien tiene que ver con sistemas en los que los investigadores trabajan en centros de investigación, según sus méritos, y en los que la posibilidad de enseñar se deje a aquellas personas que puedan acreditar unos méritos mínimos en el conocimiento de la enseñanza, en sí, universitaria y de cada materia en cada uno de sus múltiples apartados de conocimiento.

El problema -no sólo en España-, es la dificultad del acceso a centros de investigación pura -con una retribución digna- especialmente en algunas áreas. Es algo más fácil (pero sólo algo) tratar de ‘quedarse’ en la universidad una vez se han acabado los estudios superiores, tras pasar licenciaturas, postgrados y doctorados, así como años de becas de investigación (no de docencia, claro) entre sus paredes, con una paga muy mala.

Los buenos enseñantes que publican poco, no suelen valorarse en mucho (salvo excepciones), a veces incluso por el alumnado, ya que se suele valorar sólo de forma especial el estar con profesores de prestigio, grado subjetivo que se obtiene por lo general tras una fecunda labor investigadora. Y esa subjetividad nace, claro está, de la posibilidad de ‘medir’ un currículum vitae.

Lo positivo en la actualidad, no sólo aquí, es estudiar con un Premio Nobel, aunque éste no sepa hablar en público ni se aprenda gran cosa con él, y aunque su carga docente sea realmente soportada por un amplio equipo.

Alfonso López Borgoñoz

(publicado en 'Astronomía', como editorial en mayo de 2008)

25 febrero, 2008

SON ELLOS...

Es verdad que me repito. Pero no soy yo el principal contumaz. Son ellos. El aniversario del lanzamiento del Sputnik nos ha servido a muchos para ayudarnos a recordar (por si a alguno se nos había olvidado) la grandeza de una gesta maravillosa que sucedió hace cincuenta años y, también, en algún momento, la indisoluble unión que hay y ha habido siempre entre el desarrollo de la ciencia más avanzada y el de la tecnología de uso militar.

Como ya indicábamos en marzo, al hablar de los temores que para muchos representa el que los iraníes estén desarrollando su programa espacial para un doble uso (de paz y de guerra), los dos grandes progenitores técnicos directos de la carrera espacial, el ucraniano Korolev y el germanoestadounidense Von Braun, dieron sus primeros pasos prácticos en cohetería ideando misiles cuyos objetivos humanos no les eran ajenos en absoluto. De hecho, incluso Von Braun pudo comprobar el éxito de sus lanzamientos contra Londres, el cual fue apreciado incluso por el bando de sus bombardeados, que le dieron importantes cargos tras la guerra para aprovecharse de sus conocimientos.

Ni siquiera España es ajena a este juego. Nuestro gobierno hacía público en julio pasado que uno de los dos primeros satélites íntegramente españoles sería dedicado a su uso por el Ministerio de Defensa. No es que critiquemos la decisión, pero es curioso que la mitad justa del importante esfuerzo se dedique a defensa (y no una quinta o cuarta parte, por ejemplo, lo que hubiera estado más en sintonía con el presupuesto de la investigación militar con respecto a la civil en España).

No es que vivamos entre nubes de algodón, pero nos sigue molestando el comprobar, día a día, el que para todos los gobiernos, de todos los colores, el espacio no es sólo un importante ámbito de trabajo donde ampliar nuestro conocimiento y mejorar la vida de los hombres y mujeres sobre nuestro planeta, sino que, especialmente, es un lugar en el que ir poniendo en práctica diferentes estrategias para el control del mismo y de los que nos movemos bajo él.

Todo lo anterior viene a colación por haber visto en febrero como las autoridades estadounidenses derribaban su satélite espía USA 193, aparentemente fuera de control y con graves riesgos para los seres humanos si el mismo caía sobre la superficie terrestre por efecto de la hidracina que contenían sus depósitos. Para rusos y chinos (y otros), la excusa de su interceptación y destrucción no estaba tan clara. Temían que sólo fuera una prueba muy costosa (de entre 30 y 40 millones de euros) de destrucción de satélites desde tierra.

La verdad es difícil de saber, especialmente cuando sabemos que destrucciones similares ya las han hecho algunas de las potencias que acusan de ello a los EEUU. Ignoramos si la cantidad de hidracina era ahora de verdad más preocupante que en los otros casos de satélites que han ido cayendo (unos 328 en cinco años, según The New York Times), o si el miedo era sólo a que la tecnología cayera en manos rivales o si realmente era un simulacro de guerra de las galaxias...

De momento, muy poca claridad, más miedo y preocupación, y un nuevo montón de escombros inundando el espacio, con los graves riesgos de futuro cercano a ellos asociados. Confiaremos en que la destrucción del satélite haya sido un mal menor, pero se deberían establecer protocolos rígidos a nivel internacional para decidir estas cosas cuando seguro vuelvan a suceder en el futuro. Y hasta entonces, y como deseaba el jefe galo Abraracurcix, sólo nos cabe desear que el cielo no se caiga sobre nuestras cabezas.

Alfonso López Borgoñoz

(versión levemente ampliada del Editorial que se publicó en Astronomía, pág. 5 abril 2008)

China y los Juegos Olímpicos

Entrevista en El Periódico de Cataluna, pag. 45, domingo 24 de febrero de 2008

La situación de los derechos humanos en China, a seis meses del inicio de los Juegos Olímpicos, es vergonzosa.
La represión más brutal, la limpieza ética y étnica, la tortura, la pena de muerte, así como la falta de derechos laborales, sociales y culturales seguirán campando a sus anchas por el país, por los alrededores de la zona olímpica, quizás de forma poco perceptible para los viajeros, tal como ha sucedido durante la construcción de los enclaves deportivos, basados en el sufrimiento y en la violencia sobre los trabajadores y trabajadoras que los han levantado.

Sin duda, habrá una China orgullosa de lo que se ha hecho, pero sin duda también habrá otra que estará esperando de las autoridades de todo el mundo y de los visitantes (deportistas o no) que vayan a la gran nación asiática algo más que buenas palabras para con el gobierno.

Hace falta que todos tratemos de demostrar de forma palpable nuestro rechazo pacífico, sin ningún paliativo, al trato que los gobernates de ese país dan a sus gobernados.

¿Jugarán lo perros también en el más allá?

Se ha muerto Chip, el perro que vivía con mis suegros, casi a los 17 años.

Laura, mi hija de seis año, lo conocía, claro, desde siempre... Se quedó muy apenada y sólo espera que cuando ella vaya a la nube de los hombres muertos, pueda pasar a la nube de los perros muertos y volver a jugar con Chip, aunque sólo sea un esqueleto.

19 febrero, 2008

El País apto para cualquier cosa...

Preocupado por la puesta a la venta de una colección dirigida por Iker Jiménez (y lo que es peor, su promoción con un regalo junto a la edición de "El País" del domingo 27 de enero, ver enlace -aunque no lo recomiendo-), escribí al Defensor del Lector de dicha publicación, José Miguel Larraya Mendia, un mensaje electrónico con una larga queja (aunque no muy bien escrita, todo sea dicho) por tal motivo:

Estimado Sr. Defensor del Lector de El País,

Le escribo en referencia a la colección sobre los programas televisos de Íker Jiménez que su diario ha regalado este domingo y que se distribuye a partir de esta semana, creo, con el mismo.

Desde mi punto de vista, uno de los elementos más importantes para un medio de comunicación es la credibilidad de toda su oferta informativa. De toda, ya que no es fácil para el lector saber en todos los temas cuándo el rigor es de primera clase o cuándo éste no existe.

Es por ello que para el lector sea fundamental el tener confianza en que desde un medio de comunicación se le ofrecen las mejores informaciones que son posibles obtener, y que elo se hace de una forma razonable, sin presentar investigaciones mal hechas o con búsqueda de datos a medias.

No me es positivo -como lector- darme cuenta que lo que se me dice a veces es creíble, a veces es engañoso y a veces sólo se ha comprobado a medias. No tengo 'el algodón que no engaña' que, pasado por encima del diario, me permita tener un buen conocimiento crítico de todo lo que leo. Los errores de Íker Jiménez son bien conocidos en los medios científicos y periodísticos desde hace tiempo, y ello ha sido puesto de relieve en numerosas ocasiones.

No es que sea tan inocente como para pensar en medios de comunicación puros, pero tampoco me conformo con la creencia de que, en el fondo, a éstos -y a los que trabajan en ellos- les es igual patrocinar un tipo de mensajes que otro, y que no les importe hacer pasar como investigación seria lo que es sólo fruto de la ficción.

Y la credibilidad no sólo es buena para un medio de comunicación, sino para cualquier trabajador o empresario. Un objeto vendido como plata en una joyería lo suelo entender como tal (no suelo hacer pruebas para comprobarlo). Si me lo venden por la calle, de entrada no me lo creo. Pero si las joyerías empiezan a vender como plata algunos objetos que no lo son... ¿Me va a tocar hacer pruebas complejas que no domino cada vez que mi triste economía me permita tratar de comprar un regalo de ese noble metal a alguien?

Y eso molesta. Si venden bajo la misma imagen noticias que son verosímiles junto a otras noticias que no lo son en absoluto, se me plantean dudas... el rigor, ¿será siempre el mismo?

Los directivos de los medios de comunicación se deben dar cuenta de que si se pone de moda mentir sobre fantasmas, extraterrestres, godzillas o jugadores de fútbol, su deber será seguir dando -pese a ello- la mejor verdad demostrable y razonable, así como su opinión sobre ello si quieren, de forma lo más diferenciada posible.

Y, si se deja hablar a Íker -ante todo libertad de expresión- ofrecer conjuntamente un reportaje bien documentado sobre sus posibles inexactitudes, ambigüedades y errores.

¿Hasta qué punto es fiable un medio de comunicación (no sus periodistas) cuando apuestan más por la posible venta de un producto que por el rigor en su información?

Si se admiten planteamientos como los de Íker y se les da mucha publicidad y vida (más que a otros periodistas de la misma empresa), ¿hasta qué punto creerse lo que nos digan desde ese medio de comunicación cuando no conocemos al periodista que escribe?

¿Cómo saber dónde sitúan en cada caso en la dirección de ese medio su ánimo de explicar la verdad más probable (por ser la que es sostenida por las mejores pruebas y razonamientos existentes) y no la ficción que más dinero pueda llegar a darles?

¿Hay mentiras buenas y mentiras malas, cuando se dan desde un medio de comunicación que aspira a ser serio?

Muchas gracias por su atención,

Alfonso López Borgoñoz

Castelldefels, 28 de enero de 2008
De forma muy correcta y rápida (al día siguiente, martes, 29 de enero de 2008 12:31) me contestó el propio Defensor del Lector, con el siguiente mensaje:

Estimado lector:

La difusión y venta junto al diario EL PAIS de una colección de programas de Cuarto Milenio que dirige Iker Jiménez y que emite la cadena de televisión Cuatro, que es gestionada por el Grupo Prisa, ha generado su protesta así como la de otros lectores.

Entiendo y comparto sus razones ya que la mayoría de los reportajes de esa colección de programas tendría un difícil encaje en las páginas del diario. De hecho, en sus más de de treinta años de historia la parapsicología, las apariciones o los ovnis han sido ignorados por EL PAIS y cuando han sido abordados se ha hecho siempre con un criterio razonable alejado de cualquier actitud crédula.

La decisión de ofrecer ese coleccionable a los lectores del diario responde, como es obvio, a razones estrictamente comerciales cuya valoración, como se me ha recordado, no forma parte de las competencias del Defensor del Lector de acuerdo con su Estatuto, que acota sus funciones a los contenidos del periódico y a vigilar que el tratamiento de las informaciones sea acorde con las normas éticas y profesionales del periodismo. Siempre será discutible si el diario ve comprometido su prestigio en función de la calidad de los productos que comercializa que cada día son más variados. Pero le aseguro que éste defensor no puede ni quiere entrar a valorar sus prácticas comerciales, ni a garantizar la calidad de esos productos.

Atentamente

José Miguel Larraya

Agradezco la respuesta y la entiendo. Mi crítica no es hacia él. Es un Defensor sólo del Lector y no del Consumidor.

La posición de PRISA queda clara. Es mercadotecnia, no tiene porque ser verdad en absoluto aunque el que la vende la venda como verdad posible y probable (aunque no haya pruebas de ningún tipo a favor y sí millones en contra).

Puede ser cualquier producto milagro si los de mercadotecnia quieren, como esas maravillosas almohadas que lo curan todo o esos productos adelganzantes que se ofrecen por la emisora de radio de la Cadena Ser. No importa el engaño, no importa la mentira.

Sólo es dinero, sólo es negocio, no es un problema para ellos de ética ni de verdad al servicio de la información.

El tema ha sido objeto de muchos escritos de blogs, mucho mejor que aquí, entre los que destacan los publicados por Javier Armentia, en el blog de ARP-APC ("El País de la pseudociencia") y por Luis Alfonso Gámez, en su propio blog ("¿Se puede hacer algo contra la telebasura paranormal?").

05 febrero, 2008

IRÁN SE UNE A LA FAMILIA ESPACIAL

El pasado lunes 4 de febrero, Irán efectuaba con éxito una prueba de un cohete espacial dentro de su programa de preparación del lanzamiento de un satélite de investigación durante el mes de marzo del año que viene. Ambos ingenios, el cohete y el satélite, que se llamará Omid (Esperanza), son fruto de la ingeniería de esta república islámica. No deja de ser curiosa esta capacidad tecnológica en un país en el que las lapidaciones siguen siendo legales.

Pese a todo, el cohete y el proyecto de satélite despertaron una cierta alegría en los que pensamos que en el espacio cabemos todos, de oriente a occidente, especialmente si sirven para ampliar nuestro conocimiento sobre nuestro entorno.


Desgraciadamente, ese sentimiento de vio matizado con una indudable preocupación por el perfil del actual gobierno de ese país. Pero, y es bueno recordarlo, la verdad es que eso también nos pasa con las autoridades de la mayoría de países que tienen cohetes en la actualidad.

Aunque el perfil militar del lanzamiento iraní no es ningún secreto, como tampoco lo es lo que el mismo implica desde una perspectiva geoestratégica en un Medio Oriente convulso, tampoco podemos olvidarnos que no son los primeros (ni serán los últimos) en unir el desarrollo de una industria espacial, con el perfil bélico de algunos de sus gobernantes y con el interés de éstos por la energía nuclear (en este caso para uso pacífico, según han declarado fuentes oficiales de esta misma nación).

Cabe recordar que los principales artífices del programa espacial ruso, como Korolev, adquirieron su experiencia en cohetería gracias al diseño de misiles balísticos intercontinentales en un contexto de guerra fría y desarrollo atómico. Lo mismo cabe decir de los estadounidenses, que el 31 de enero conmemoraron el 50 aniversario del lanzamiento al espacio de su primer satélite -el Explorer I-, y dónde muchos de sus ingenieros, con Von Braun a la cabeza, también habían desarrollado antes cohetes de uso militar. Es difícil tirar la primera piedra, y más cuando ninguna de esas dos potencias (ni la China ni la India), ha renunciado aún ni a bombas atómicas ni a misiles, reactivando cada cierto tiempo proyectos militares en el espacio.

Tal vez lo mejor para el espacio fuera que algunos gobiernos no sean los que son. Pero eso no sólo sería bueno para el Cosmos, sino principalmente para los habitantes de los países que los sufren y que ven como algunos de sus derechos humanos más básicos son violados sistemáticamente, en uno de los casos con unos JJOO de fondo.

Si las autoridades de Irán quieren lanzar satélites de investigación, que éstos bienvenidos sean. Si tienen otras intenciones detrás, ello no será culpa de la ciencia.

Alfonso López Borgoñoz

(publicado en Astronomía pág. 5 marzo de 2008)


04 enero, 2008

2009, AÑO DE LA ASTRONOMÍA

¡Vamos cumpliendo años! Y no sólo de los normales, sino también de los científicos…


Tras haber ‘vivido’ (más o menos) el 2007 como “Año de la Ciencia” (con el 50 aniversario del lanzamiento del Sputnik incluido...) y después de que hayamos podido disfrutar (espero) en Barcelona entre el 18 y 22 de julio próximo del EuroScience Open Forum (ESOF 2008, que probablemente es la más importante reunión bienal europea pensada para debatir y hablar sobre ciencia en general), el pasado 20 de diciembre la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamaba al año 2009 como Año Internacional de la Astronomía por el impulso dado para ello por el gobierno italiano, la Unión Astronómica Internacional y la UNESCO, en conmemoración del cuarto centenario del uso del telescopio con finalidades astronómicas por Galileo Galilei en diciembre de 1609.


Como todos sabemos, tras la publicación en marzo de 1610 de su afamado Sidereus nuncius, los descubrimientos efectuados por el autor nacido en Pisa (Italia) desde dicho mes de diciembre con su perspicillum –nombre que él dio a su telescopio fabricado por el mismo-, ayudaron poderosamente (al igual que otros hallazgos de la misma época) a mover las palancas de uno de los cambios de perspectiva sobre el conocimiento de nuestro Cosmos más importante de todos los tiempos.


Así, Galileo descubrió en esos meses admirables los cuatro principales satélites de Júpiter, las irregularidades en la superficie de la Luna y el hecho de que la Vía Láctea estaba compuesta por muchísimas estrellas... Muy poco más tarde, en julio, lanzaba también sus primeras hipótesis sobre la extraña forma que él creía distinguir en Saturno (nunca llegó a verlo con claridad ni a interpretar correctamente sus anillos), en octubre se admiraba con las manchas solares y en el mes diciembre siguiente se apercibía de las fases de Venus... Todo revolucionario, pero todo al alcance de cualquier observador que quisiera mirar más allá de los dogmas heredados. Y a veces para eso basta sólo con tener los ojos abiertos, y no querer cerrarlos ante la primera contradicción con lo que pensamos.


Por lo que parece, el objetivo del Año de la Astronomía será estimular el interés por esta especialidad y por la ciencia en general, especialmente entre los más jóvenes y, así, se desarrollarán una multitud de actividades tanto a nivel internacional, como nacional y, lo que es más interesante para la mayoría, a nivel local, dada la amplia cantidad de amantes de la contemplación del Universo y de asociaciones astronómicas que hay en muchísimas ciudades de todo el mundo, como pasa en nuestro país. Ya se han puesto en marcha diferentes organizaciones en muchos estados (como en la misma España, www.iaa.es/IYA09), que prepararán y coordinarán los diferentes programas de actos.


A la espera del 2009, y con más calma que Galileo, hemos tenido un bello cambio de año los aficionados con la fácil contemplación de dos cometas, como son el Holmes y el Tuttle, que volvía a vernos tras casi catorce años de ausencia.


Y es que hay amigos, aunque quizás no todos, a los que gusta volver a ver por nuestra casa en Navidad.

Alfonso López Borgoñoz


(Publicado en Astronomía febrero 2008)