03 junio, 2008

OBJETIVO: LA LUNA

El pasado 4 de octubre celebrábamos el quincuagésimo aniversario del lanzamiento del Sputnik. Un mes después, recordábamos a la perrita Laika y su breve experiencia espacial. En enero, le llegaba el turno al primer satélite estadounidense. Ya entonces comentábamos que valía la pena estar atentos, dado que muy a menudo, a partir de entonces, íbamos a poder recordar cada poco un acontecimiento asociado al nacimiento de la carrera espacial, dado lo rápido de su desarrollo en su primera década larga de historia.

Y mientras seguimos de vez en cuando, aunque ciertamente con menor énfasis, los diferentes eventos astronáuticos vividos hace medio siglo en la URSS o en los EEUU, una nueva conmemoración empieza a otearse en el horizonte, y es que estamos sólo a un año del cuadragésimo aniversario de la llegada del hombre a la Luna. Sí, hace de ello cuarenta años, ya.


Se inicia este verano una larga cuenta atrás que, en su momento, se vivió con una enorme intensidad por todos los aficionados al espacio, mientras se iban viendo cada poco los progresos estadounidenses y se pensaba en una hipotética reacción sorpresa procedente de la enigmática URSS.

Ha pasado mucho tiempo (más del que quisiéramos algunos, tal vez) y, sin embargo, muchos continuamos recordando con afecto algunos aspectos de aquella época (no todos, evidentemente), y seguimos viendo con admiración el programa Apolo, que entre el mes de abril de 1968 y el primer paso de Armstrong sobre la Luna el 20 de julio de 1969, pudo enviar al espacio seis misiones históricas como fueron las del Apolo VI (4/IV/1968, sin tripulación, para probar el cohete Saturno V), la del Apolo VII (20/X/1968), la del Apolo VIII (21/XII/1968), la del Apolo IX (3/III/1969), la del Apolo X (18/V/1969) y la del mismo Apolo XI (16/VII/1969). Todo a una velocidad de vértigo, con un hito del programa Apolo cada dos meses y medio, de media.

Como también sabemos, tras algunas pocas misiones más, no se ha vuelto a nuestro satélite. Cada cierto tiempo alguien (en EEUU, Europa o ahora en China) dice que dentro de una década -más o menos- volverá allí. Seguramente algún día eso será cierto.

Ahora tenemos más cercano en nuestro imaginario, quizás, a Marte. Por allí andan en estos momentos la reciente Phoenix Mars Lander y los robots exploradores Spirit y Opportunity. Dichas naves están sobre el planeta rojo para conocerlo mejor, pero también, de alguna manera, para preparar el siguiente paso que es el enviar seres humanos a pisar su superficie.

Quizás ese viaje sea innecesario, peligroso y, como mínimo, incómodo (un viaje muy muy largo, con frío y con carencia de oxígeno, gravedad y presión...). Sin embargo, aunque sé que muchos tal vez no estarán de acuerdo, a la larga, sin duda, deberemos ir allí, aunque parezca estúpido. E incluso espero que eso sea pronto. No es lo mismo ver fotos de una playa que estar en ella…

Alfonso López Borgoñoz


(Editorial Revista Astronomía, julio y agosto 2008)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Creíamos que había llegado el momento de responder a todas las preguntas que habían permanecido sin respuesta durante milenios, pero entonces llegó el anticlímax porque las respuestas se diluyeron en un mar de de nuevos interrogantes que generaron las misiones a la Luna, y su inexplicable cancelación antes de que se hubieran completado.
¿Qué descubrieron los norteamericanos que los indujo a renunciar al premio que la humanidad había codiciado durante generaciones, y por el cual habían competido tan duramente con sus rivales rusos? Lo natural hubiera sido que la Luna no tuviera reservadas muchas sorpresas. Después de todo, un satélite sin atmósfera y deshabitado. ¿Por qué entonces hubo desde el principio indicios de una presencia anómala allí? Durante siglos astrónomos de la talla de sir John Herschel, Nevil Maskeline y otros igualmente prestigiosos han observado esporádicamente ciertos fenómenos lunares que fueron especialmente frecuentes en el s. XIX. El brote de fenómenos lunares se inició en 1869 y décadas después del primer alunizaje del Apolo XVII aún no se ha explicado. Antes de que cesara en 1879, observatorios de todo el mundo registraron más de 2000efectos luminosos anómalos en la Luna. Con una persistencia inquietante, las misteriosas luces aparecían solas, en grupos circulares, en formaciones triangulares y rectas, moviéndose y variando en intensidad como si estuvieran controladas por algún tipo de inteligencia. El hecho de que las luces no aparecieran al azar en la superficie lunar, sino que se concentraran en las proximidades del Mare Crisium, reforzó esta tesis...la Administración Espacial Europea quiere establecer una estación lunar tripulada antes de 2020... Japón tiene planes muy ambiciosos para la Luna... ¿los dejarán?