“Se buscan hombres para un viaje peligroso.
Sueldo bajo. Frío extremo. Largos meses de completa oscuridad.
Peligro constante. No se asegura el retorno con vida.
Honor y reconocimiento si se tiene éxito”
(Texto de Shackleton, buscando tripulación para su expedición a la Antártida)
No es fácil atraer al público al mundo del conocimiento. Sin embargo Shackleton, pese a su desolador anuncio publicado en la prensa británica de hace un siglo, consiguió llenar sin problemas su barco hacia el Polo Austral con un montón de voluntarios.
Escribo este comentario ante la noticia de los miles de inscritos en toda Europa para acceder a una de las cuatro plazas de astronauta que la Agencia Espacial Europea ha sacado a concurso este año. De momento, la primera criba ya la han superado cerca de mil personas. Muchas aún para las vacantes que se ofrecen... Las pruebas, pues, deberán continuar sin bajar el listón.
¡Qué afición tenemos los humanos por enfrentarnos a nuevos retos, aunque en ello nos vaya la vida! La arqueología y la historia nos han legado las proezas de muchos valerosos marinos fenicios, griegos, chinos, portugueses, españoles, franceses e ingleses (y de otros muchos países) que conocían los detalles de su salida pero poca cosa más... Aunque en muchos casos había ansia de oro, no hay duda que los expedicionarios tenían otros medios en su época para conseguir dinero. Partir por mar hacia la nada nunca fue para ninguno de ellos la opción más sencilla...
Cuesta alejarse de la pasión por el Cosmos, aunque se vaya reduciendo el presupuesto que se destina a su exploración. Algo más de cincuenta años después del Sputnik, para muchos el Universo sigue siendo el mismo lugar fascinante al que saben que, pese a todas las dificultades, hay que seguir yendo.
Es por eso que los nuevos intentos, imaginativos y participativos, que nos siguen acercando a la aventura de la conquista del espacio son siempre bienvenidos.
Destaca en ese afán el intento el próximo jueves día 9 de octubre de lanzar un millar de microcohetes por miles de escolares de toda Europa (España incluida, claro), tras haber preparado ellos mismos los pequeños ingenios voladores. La actividad se hace en conmemoración del décimo aniversario de la Comunidad de Ciudades Ariane, una asociación sin ánimo de lucro -que preside el español Juan de Dalmau-, cuyo objetivo consiste en ayudar al desarrollo de las ciudades, como Barcelona o Madrid, que contribuyen a las actividades relacionadas con el cohete Ariane.
No sé si es necesario ni si vale la pena volver a la Luna o ir a Marte, como no sé si vale la pena saltar más alto en las Olimpíadas. Pero sé que, al igual que seguirán cayendo los récords en atletismo, estaremos en ambos mundos vecinos en este siglo, a poco que se pueda...
Alfonso López Borgoñoz
(Publicado en Astronomía el 1 de octubre de 2008, como Editorial)
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