Las Naciones Unidas han declarado este 2005 como Año Internacional de la Física, en conmemoración de la publicación hace un siglo de la Teoría Especial de la Relatividad, de Albert Einstein. Las implicaciones cosmológicas de dicha teoría, cuyos detalles siguen siendo validados mediante diferentes experimentos, han sido enormes, siendo difícil entender nuestra visión del Universo sin las hipótesis lanzadas ahora hace ya un siglo por este sabio que supo llegar a formular algunas de las peculiaridades más paradójicas del Cosmos, sin olvidar que sólo era un ser humano y que era responsable del resultado de sus investigaciones. Supo especializarse, sin duda, pero recordando siempre, pese a su estatus y condición, que no había conocimiento nuevo sin esfuerzo, ni sin consecuencia.
Cometió quizás errores, pero como Shylock, el mercader veneciano de la tragedia de Shakespeare, él también habría suscrito sobre los hombres de ciencia que "Si nos pincháis, ¿no sangramos? Si nos hacéis cosquillas, ¿no nos reímos? Si nos envenenáis, ¿no nos morimos? ...”. Sus diferentes escritos y frases (“los ideales que han alumbrado mi camino y me han dado una vez y otra nuevo valor para afrontar la vida han sido la belleza, la bondad y la verdad”), sus preocupaciones, su cercanía, hace que para muchos sea recordado no sólo por su ampliación de nuestros horizontes, sino por la cálida sensación de que era uno de los nuestros, uno más, aunque quizás de los grandes, de esos que te gusta tener cerca en toda circunstancia.
Y han sido una parte de sus hallazgos los que nos han permitido llegar ahora lejos, como le ha sucedido a la sonda Huygens, que se posó felizmente en Titán, y cuyas valiosas aportaciones están siendo escrutadas por investigadores de todo el mundo, deseosos de seguir desentrañando la realidad, pese a que la misma no está exenta de contradicciones, en ocasiones, con aquello que nos dicta el sentido común más básico.
Curiosamente en España, este año internacional nació con la advertencia —lanzada por los presidentes del CSIC y de la Real Sociedad de Física— de que la enseñanza de las ciencias y, en especial de la física, vivía una situación “dramática”, “cada vez más lamentable" y “penosa". Nuestro país fue el tercero por la cola —¡entre setenta!— en las olimpiadas internacionales de estudiantes de física, habiendo cada vez menos alumnos en casi todas las carreras de ciencias.
Por ello, uno de los objetivos en España en este Año de la Física será el de tratar de acercar a los jóvenes a la ciencia. Y ese no es un reto sólo para los científicos, en el que deben trabajar, sino de todos, ya que nuestra visión del Universo y de nuestra sociedad dentro de cien años, surgirá de nuestro esfuerzo de hoy.
(a publicar en 'Astronomía', marzo 2005)
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