25 febrero, 2008

SON ELLOS...

Es verdad que me repito. Pero no soy yo el principal contumaz. Son ellos. El aniversario del lanzamiento del Sputnik nos ha servido a muchos para ayudarnos a recordar (por si a alguno se nos había olvidado) la grandeza de una gesta maravillosa que sucedió hace cincuenta años y, también, en algún momento, la indisoluble unión que hay y ha habido siempre entre el desarrollo de la ciencia más avanzada y el de la tecnología de uso militar.

Como ya indicábamos en marzo, al hablar de los temores que para muchos representa el que los iraníes estén desarrollando su programa espacial para un doble uso (de paz y de guerra), los dos grandes progenitores técnicos directos de la carrera espacial, el ucraniano Korolev y el germanoestadounidense Von Braun, dieron sus primeros pasos prácticos en cohetería ideando misiles cuyos objetivos humanos no les eran ajenos en absoluto. De hecho, incluso Von Braun pudo comprobar el éxito de sus lanzamientos contra Londres, el cual fue apreciado incluso por el bando de sus bombardeados, que le dieron importantes cargos tras la guerra para aprovecharse de sus conocimientos.

Ni siquiera España es ajena a este juego. Nuestro gobierno hacía público en julio pasado que uno de los dos primeros satélites íntegramente españoles sería dedicado a su uso por el Ministerio de Defensa. No es que critiquemos la decisión, pero es curioso que la mitad justa del importante esfuerzo se dedique a defensa (y no una quinta o cuarta parte, por ejemplo, lo que hubiera estado más en sintonía con el presupuesto de la investigación militar con respecto a la civil en España).

No es que vivamos entre nubes de algodón, pero nos sigue molestando el comprobar, día a día, el que para todos los gobiernos, de todos los colores, el espacio no es sólo un importante ámbito de trabajo donde ampliar nuestro conocimiento y mejorar la vida de los hombres y mujeres sobre nuestro planeta, sino que, especialmente, es un lugar en el que ir poniendo en práctica diferentes estrategias para el control del mismo y de los que nos movemos bajo él.

Todo lo anterior viene a colación por haber visto en febrero como las autoridades estadounidenses derribaban su satélite espía USA 193, aparentemente fuera de control y con graves riesgos para los seres humanos si el mismo caía sobre la superficie terrestre por efecto de la hidracina que contenían sus depósitos. Para rusos y chinos (y otros), la excusa de su interceptación y destrucción no estaba tan clara. Temían que sólo fuera una prueba muy costosa (de entre 30 y 40 millones de euros) de destrucción de satélites desde tierra.

La verdad es difícil de saber, especialmente cuando sabemos que destrucciones similares ya las han hecho algunas de las potencias que acusan de ello a los EEUU. Ignoramos si la cantidad de hidracina era ahora de verdad más preocupante que en los otros casos de satélites que han ido cayendo (unos 328 en cinco años, según The New York Times), o si el miedo era sólo a que la tecnología cayera en manos rivales o si realmente era un simulacro de guerra de las galaxias...

De momento, muy poca claridad, más miedo y preocupación, y un nuevo montón de escombros inundando el espacio, con los graves riesgos de futuro cercano a ellos asociados. Confiaremos en que la destrucción del satélite haya sido un mal menor, pero se deberían establecer protocolos rígidos a nivel internacional para decidir estas cosas cuando seguro vuelvan a suceder en el futuro. Y hasta entonces, y como deseaba el jefe galo Abraracurcix, sólo nos cabe desear que el cielo no se caiga sobre nuestras cabezas.

Alfonso López Borgoñoz

(versión levemente ampliada del Editorial que se publicó en Astronomía, pág. 5 abril 2008)

China y los Juegos Olímpicos

Entrevista en El Periódico de Cataluna, pag. 45, domingo 24 de febrero de 2008

La situación de los derechos humanos en China, a seis meses del inicio de los Juegos Olímpicos, es vergonzosa.
La represión más brutal, la limpieza ética y étnica, la tortura, la pena de muerte, así como la falta de derechos laborales, sociales y culturales seguirán campando a sus anchas por el país, por los alrededores de la zona olímpica, quizás de forma poco perceptible para los viajeros, tal como ha sucedido durante la construcción de los enclaves deportivos, basados en el sufrimiento y en la violencia sobre los trabajadores y trabajadoras que los han levantado.

Sin duda, habrá una China orgullosa de lo que se ha hecho, pero sin duda también habrá otra que estará esperando de las autoridades de todo el mundo y de los visitantes (deportistas o no) que vayan a la gran nación asiática algo más que buenas palabras para con el gobierno.

Hace falta que todos tratemos de demostrar de forma palpable nuestro rechazo pacífico, sin ningún paliativo, al trato que los gobernates de ese país dan a sus gobernados.

¿Jugarán lo perros también en el más allá?

Se ha muerto Chip, el perro que vivía con mis suegros, casi a los 17 años.

Laura, mi hija de seis año, lo conocía, claro, desde siempre... Se quedó muy apenada y sólo espera que cuando ella vaya a la nube de los hombres muertos, pueda pasar a la nube de los perros muertos y volver a jugar con Chip, aunque sólo sea un esqueleto.

19 febrero, 2008

El País apto para cualquier cosa...

Preocupado por la puesta a la venta de una colección dirigida por Iker Jiménez (y lo que es peor, su promoción con un regalo junto a la edición de "El País" del domingo 27 de enero, ver enlace -aunque no lo recomiendo-), escribí al Defensor del Lector de dicha publicación, José Miguel Larraya Mendia, un mensaje electrónico con una larga queja (aunque no muy bien escrita, todo sea dicho) por tal motivo:

Estimado Sr. Defensor del Lector de El País,

Le escribo en referencia a la colección sobre los programas televisos de Íker Jiménez que su diario ha regalado este domingo y que se distribuye a partir de esta semana, creo, con el mismo.

Desde mi punto de vista, uno de los elementos más importantes para un medio de comunicación es la credibilidad de toda su oferta informativa. De toda, ya que no es fácil para el lector saber en todos los temas cuándo el rigor es de primera clase o cuándo éste no existe.

Es por ello que para el lector sea fundamental el tener confianza en que desde un medio de comunicación se le ofrecen las mejores informaciones que son posibles obtener, y que elo se hace de una forma razonable, sin presentar investigaciones mal hechas o con búsqueda de datos a medias.

No me es positivo -como lector- darme cuenta que lo que se me dice a veces es creíble, a veces es engañoso y a veces sólo se ha comprobado a medias. No tengo 'el algodón que no engaña' que, pasado por encima del diario, me permita tener un buen conocimiento crítico de todo lo que leo. Los errores de Íker Jiménez son bien conocidos en los medios científicos y periodísticos desde hace tiempo, y ello ha sido puesto de relieve en numerosas ocasiones.

No es que sea tan inocente como para pensar en medios de comunicación puros, pero tampoco me conformo con la creencia de que, en el fondo, a éstos -y a los que trabajan en ellos- les es igual patrocinar un tipo de mensajes que otro, y que no les importe hacer pasar como investigación seria lo que es sólo fruto de la ficción.

Y la credibilidad no sólo es buena para un medio de comunicación, sino para cualquier trabajador o empresario. Un objeto vendido como plata en una joyería lo suelo entender como tal (no suelo hacer pruebas para comprobarlo). Si me lo venden por la calle, de entrada no me lo creo. Pero si las joyerías empiezan a vender como plata algunos objetos que no lo son... ¿Me va a tocar hacer pruebas complejas que no domino cada vez que mi triste economía me permita tratar de comprar un regalo de ese noble metal a alguien?

Y eso molesta. Si venden bajo la misma imagen noticias que son verosímiles junto a otras noticias que no lo son en absoluto, se me plantean dudas... el rigor, ¿será siempre el mismo?

Los directivos de los medios de comunicación se deben dar cuenta de que si se pone de moda mentir sobre fantasmas, extraterrestres, godzillas o jugadores de fútbol, su deber será seguir dando -pese a ello- la mejor verdad demostrable y razonable, así como su opinión sobre ello si quieren, de forma lo más diferenciada posible.

Y, si se deja hablar a Íker -ante todo libertad de expresión- ofrecer conjuntamente un reportaje bien documentado sobre sus posibles inexactitudes, ambigüedades y errores.

¿Hasta qué punto es fiable un medio de comunicación (no sus periodistas) cuando apuestan más por la posible venta de un producto que por el rigor en su información?

Si se admiten planteamientos como los de Íker y se les da mucha publicidad y vida (más que a otros periodistas de la misma empresa), ¿hasta qué punto creerse lo que nos digan desde ese medio de comunicación cuando no conocemos al periodista que escribe?

¿Cómo saber dónde sitúan en cada caso en la dirección de ese medio su ánimo de explicar la verdad más probable (por ser la que es sostenida por las mejores pruebas y razonamientos existentes) y no la ficción que más dinero pueda llegar a darles?

¿Hay mentiras buenas y mentiras malas, cuando se dan desde un medio de comunicación que aspira a ser serio?

Muchas gracias por su atención,

Alfonso López Borgoñoz

Castelldefels, 28 de enero de 2008
De forma muy correcta y rápida (al día siguiente, martes, 29 de enero de 2008 12:31) me contestó el propio Defensor del Lector, con el siguiente mensaje:

Estimado lector:

La difusión y venta junto al diario EL PAIS de una colección de programas de Cuarto Milenio que dirige Iker Jiménez y que emite la cadena de televisión Cuatro, que es gestionada por el Grupo Prisa, ha generado su protesta así como la de otros lectores.

Entiendo y comparto sus razones ya que la mayoría de los reportajes de esa colección de programas tendría un difícil encaje en las páginas del diario. De hecho, en sus más de de treinta años de historia la parapsicología, las apariciones o los ovnis han sido ignorados por EL PAIS y cuando han sido abordados se ha hecho siempre con un criterio razonable alejado de cualquier actitud crédula.

La decisión de ofrecer ese coleccionable a los lectores del diario responde, como es obvio, a razones estrictamente comerciales cuya valoración, como se me ha recordado, no forma parte de las competencias del Defensor del Lector de acuerdo con su Estatuto, que acota sus funciones a los contenidos del periódico y a vigilar que el tratamiento de las informaciones sea acorde con las normas éticas y profesionales del periodismo. Siempre será discutible si el diario ve comprometido su prestigio en función de la calidad de los productos que comercializa que cada día son más variados. Pero le aseguro que éste defensor no puede ni quiere entrar a valorar sus prácticas comerciales, ni a garantizar la calidad de esos productos.

Atentamente

José Miguel Larraya

Agradezco la respuesta y la entiendo. Mi crítica no es hacia él. Es un Defensor sólo del Lector y no del Consumidor.

La posición de PRISA queda clara. Es mercadotecnia, no tiene porque ser verdad en absoluto aunque el que la vende la venda como verdad posible y probable (aunque no haya pruebas de ningún tipo a favor y sí millones en contra).

Puede ser cualquier producto milagro si los de mercadotecnia quieren, como esas maravillosas almohadas que lo curan todo o esos productos adelganzantes que se ofrecen por la emisora de radio de la Cadena Ser. No importa el engaño, no importa la mentira.

Sólo es dinero, sólo es negocio, no es un problema para ellos de ética ni de verdad al servicio de la información.

El tema ha sido objeto de muchos escritos de blogs, mucho mejor que aquí, entre los que destacan los publicados por Javier Armentia, en el blog de ARP-APC ("El País de la pseudociencia") y por Luis Alfonso Gámez, en su propio blog ("¿Se puede hacer algo contra la telebasura paranormal?").

05 febrero, 2008

IRÁN SE UNE A LA FAMILIA ESPACIAL

El pasado lunes 4 de febrero, Irán efectuaba con éxito una prueba de un cohete espacial dentro de su programa de preparación del lanzamiento de un satélite de investigación durante el mes de marzo del año que viene. Ambos ingenios, el cohete y el satélite, que se llamará Omid (Esperanza), son fruto de la ingeniería de esta república islámica. No deja de ser curiosa esta capacidad tecnológica en un país en el que las lapidaciones siguen siendo legales.

Pese a todo, el cohete y el proyecto de satélite despertaron una cierta alegría en los que pensamos que en el espacio cabemos todos, de oriente a occidente, especialmente si sirven para ampliar nuestro conocimiento sobre nuestro entorno.


Desgraciadamente, ese sentimiento de vio matizado con una indudable preocupación por el perfil del actual gobierno de ese país. Pero, y es bueno recordarlo, la verdad es que eso también nos pasa con las autoridades de la mayoría de países que tienen cohetes en la actualidad.

Aunque el perfil militar del lanzamiento iraní no es ningún secreto, como tampoco lo es lo que el mismo implica desde una perspectiva geoestratégica en un Medio Oriente convulso, tampoco podemos olvidarnos que no son los primeros (ni serán los últimos) en unir el desarrollo de una industria espacial, con el perfil bélico de algunos de sus gobernantes y con el interés de éstos por la energía nuclear (en este caso para uso pacífico, según han declarado fuentes oficiales de esta misma nación).

Cabe recordar que los principales artífices del programa espacial ruso, como Korolev, adquirieron su experiencia en cohetería gracias al diseño de misiles balísticos intercontinentales en un contexto de guerra fría y desarrollo atómico. Lo mismo cabe decir de los estadounidenses, que el 31 de enero conmemoraron el 50 aniversario del lanzamiento al espacio de su primer satélite -el Explorer I-, y dónde muchos de sus ingenieros, con Von Braun a la cabeza, también habían desarrollado antes cohetes de uso militar. Es difícil tirar la primera piedra, y más cuando ninguna de esas dos potencias (ni la China ni la India), ha renunciado aún ni a bombas atómicas ni a misiles, reactivando cada cierto tiempo proyectos militares en el espacio.

Tal vez lo mejor para el espacio fuera que algunos gobiernos no sean los que son. Pero eso no sólo sería bueno para el Cosmos, sino principalmente para los habitantes de los países que los sufren y que ven como algunos de sus derechos humanos más básicos son violados sistemáticamente, en uno de los casos con unos JJOO de fondo.

Si las autoridades de Irán quieren lanzar satélites de investigación, que éstos bienvenidos sean. Si tienen otras intenciones detrás, ello no será culpa de la ciencia.

Alfonso López Borgoñoz

(publicado en Astronomía pág. 5 marzo de 2008)