30 diciembre, 2005

DÍA DE FIESTA (1995)

Es día de fiesta. Unos pasos lentos, el de los últimos en acostarse, acompañan al Sol que se va alzando. Los tiovivos, los autos de choque y las demás atracciones, esperan en silencio su momento de volver a la vida.

Un camión, de grandes dimensiones, llega a la ciudad y busca una determinada plaza (nunca es fácil encontrarla cuando cada noche se cambia de pueblo). Allí deberá descargar su contenido para que se monten, siempre con prisas, los equipos de luces y sonido de la gran actuación de la siguiente noche. Los encargados de ello, en una furgoneta, recién llegados hace una hora, tratan de dormir en sus asientos, apurando su último sueño.

Por la plaza de la Iglesia pasa un camión de limpieza, recogiendo los restos de la fiesta del día anterior y, en algunos bares, cerrados no hace mucho, ya se ve como se levantan algunas de las persianas metálicas, aguardando la llegada de más refrescos, de más helados...

Los gigantes, en el ayuntamiento, duermen también con profundo sueño, esperando ser llevados de nuevo a presidir la fiesta. El dragón, de dos cabezas, parece excitado, anhelando la llegada de su instante de gloria.

Un miembro de la organización se incorpora ya de su cama, con nervios, y mira al cielo, donde teme encontrar las malditas nubes que a mediados de agosto siempre amenazan. Nada en el cielo, sólo el Sol que, cada vez con más fuerza, va iluminando la playa, la plaza, las calles, mientras la ciudad vuelve a recobrar su pulso para volver a disfrutar.

Se espera calor, mucho calor, y gente, mucha gente, como siempre. Sin ellos no hay nada, sin sus risas, sus carreras, su excitación, su alegría, sus comentarios, su vida. Nada debe fallar.

Es día de fiesta.

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