Este 3 de marzo de 2007 hay un eclipse total de Luna, que será muy seguido.
Sin embargo, poca gente sabe que un rey visigodo, Sisebuto, que reinó entre el 612 y el 621, escribió una obra notable sobre estos fenómenos. Dicho monarca, que vivió tiempos convulsos (de guerras continuas, con duras persecuciones de judíos), gustó de la astronomía. Su afición procedía, tal vez, de su período de formación en el monasterio de Agali (Toledo), donde el estudio del cielo gozó del aprecio de sus monjes, amantes del saber de los "antiguos". No sólo eso, también impulsó a Isidoro de Sevilla (560-636) a que escribiera De rerum natura (Sobre la naturaleza de las cosas), obra que alcanzó una gran difusión en Europa. En ella se divulgaba lo mejor del conocimiento de su tiempo sobre lo que ahora conocemos como ciencias naturales.
Sisebuto, tras recibir dicha obra, contestó al obispo sevillano hacia el 612 (seguramente en septiembre) con una carta-tratado, en verso y en latín, titulada Epistula metrica ad Isidorum de libro rotarum (o Epistula Sisebuti), en la que explicaba de forma racional y precisa, sin supersticiones, los eclipses de Luna y de Sol. A partir de entonces, el libro de Isidoro y el de Sisebuto fueron conocidos de forma conjunta.
¿Por qué lo escribió? La razón debió estar en el mismo mes de agosto del 612. El 2 tenía lugar un eclipse parcial de Sol por la tarde (visible como total en el extremo suroeste de la península Ibérica). Quince días más tarde, el 17, se pudo contemplar un eclipse parcial de Luna. Esa coincidencia (y el recuerdo de los otros seis eclipses parciales de Sol y los quince de Luna —más o menos visibles— observados entre el 601 y el 611) debió impresionar tanto a Sisebuto que escribió su obra durante una guerra contra los astures, mandándosela después a Isidoro.
Para el historiador francés Jacques Fontaine, esos acontecimientos, en una época plena de supercherías, produjeron alarma en la población. Sisebuto se acababa de coronar en febrero de ese año. Quizás le preocupó ver nervios entre los que le rodeaban. Eran tiempos fáciles para el cambio de reyes por la vía rápida. La lista de los monarcas godos no contempla muchos reinados largos...
¿Fue ese estado de ánimo el que hizo escribir un texto que acallara los temores? Quizás sí, pero personalmente creo que la verdadera razón fue sólo la de explicar los eclipses, en sí mismos. Fue aquella una época de un cierto renacimiento de la ciencia grecolatina, con un rey y una corte medianamente ilustrados, que gustaban de la lectura de estas obras en sus, no demasiadas, horas de paz. De ello habla el mismo Sisebuto al inicio de su poema, donde no se observan miedos latentes a revueltas sociales.
Aún en el caso de que hubiera habido cierta inquietud, dudamos que los asustados llegaran nunca a leer ni el tratado de Isidoro ni el de Sisebuto, ni que lo que en ellos se expresa fuera comprensible para una población generalmente analfabeta. ¿Cuántos posibles alarmados se pudieron calmar entonces con unos textos como los que mencionamos? ¿Cuántos se calmarán o pondrán nerviosos ahora con los libros sobre el cambio climático?
Alfonso López Borgoñoz
(publicado en la sección "Pretérito imperfecto" de la revista mensual Tecnociencia 11, marzo 2007, basado en un texto anterior del mismo autor sobre la misma obra)
No hay comentarios:
Publicar un comentario