Ejercicio sencillo de estadística depresiva. Para matemáticos aficionados. Mi esperanza de vida es de unos ochenta años. Ello implica que moriré hacia el 2040. Mi hija, nacida en el 2001, tal vez tenga una esperanza de vida cuando le llegue el momento de unos 100 años (tal vez no). Eso implica que estaré unos 60 años sin verla, sin acariciarla, sin consolarla.
La eternidad no me parece mucho, dado que estaremos muertos.
Pero esos 60 años perdidos se me hacen muy cuesta arriba, aunque no los vea.
1 comentario:
Es duro no poderlos acompañar cuando ya no estás pero no poder hacerlo cuando sí estás porque se creen que ya no te necesitan para nada cuando tú ves que les haces tanta falta...
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