Me aburría. Acababa de llegar a inicios de febrero de 1981 a Valencia, gracias a las hábiles gestiones efectuadas por mi familia ante mandos del ejército, desde Bétera (donde me habían destinado originalmente en enero a un regimiento de carros de combate).
Tras haber pasado por el Centro de Instrucción de Reclutas de Rabasa (Alicante), desde octubre a diciembre del año, 1980 empezaba por fin a funcionar como soldado de verdad (?) y, sinceramente, no tenía demasidas cosas que hacer. Incluso me había apuntado para estudiar derecho en la Universidad de Valencia (luego me lo pensé, y reconozco que fui muy poco a clase).
Mi destino en ese momento era en las oficinas del Estado Mayor de la División Maestrazgo nº 3, en el departamento llamado de Hojas (por hojas de servicio). Mis capitanes (Aguilar y Ballesteros, creo recordar que se llamaban) eran buena gente y tremendamente amables (los suboficiales que estaban en contacto conmigo en la compañía nunca lo fueron en absoluto, pero ese es otro cantar).
Como tenía tiempo libre, y sin que me vieran, cuando estaba solo me llevaba libros para leerlos, como el libro 'Panfleto contra el todo' de Fernando Savater. Una crítica al poder, escrita en 1978, que en algunas de sus partes efectuaba críticas a Franco y al franquismo, que creo que no pueden en ningún caso considerarse desaforadas (o sí, para ellos toda crítica lo es).
Hacia el lunes o martes 16 o 17 de febrero de 1981 un teniente, que colaboraba en los servicios de inteligencia militar (1) según corría la voz por allí -no sé si era cierto, pero yo daba el dato como bueno- entró de improviso en la oficina a la hora de la comida. Me pilló leyendo el libro. Y de forma educada me pidió que se lo dejara, ya que le interesaba mucho. Tragué saliva (varios litros, creo) y le pasé el libro de inmediato. Probablemente no debía hacerlo, pero bueno...
Acababa de llegar a Valencia, era un chollo en comparación con estar en el cuartel de Bétera y me preocupó que me echaran del Cuartel General. Los retratos de Franco y su testamento aparecían en las paredes muchas veces más que el del Rey. Como tampoco soy ni he sido nunca monárquico, que no hubieran fotos del segundo no me importaba, pero sí que hubieran tantas del primero.
Valoré mi situación, en el año 1981, un libro antifranquista en el ejército no era un dato a favor del soldado al que se lo encontraran... Había llegado hacía quince días sólo y me temí que incluso el pemiso que quizás me correspondía a inicios de marzo se podía postergar hasta el infinito...
El viernes 20 de febrero, sin embargo, un soldado que trabajaba de administrativo en la compañía y con él que casi no había hablado se dirigió a mi directamente por la mañana y me dijo que dado el tiempo que llevaba en la compañía (¿veinte días? no lo recuerdo) quizás ya podía tener derecho a mi primer permiso, y que si se lo pedía por escrito rápidamente, tal vez me lo concedieran...
Obviamente, me faltó tiempo para rellenar la hojita con la petición, pese a pensar que eso no podía ser tan rápido...
Pero lo fue... y por la tarde ya tenía yo el papelito que indicaba mi permiso de una semana. Fui a dormir a casa de mi hermana y preparé mi bolsa para el viaje de regreso temporal a casa.
Pese a estar prohibido, me volví a Barcelona en la mañana del sábado haciendo auto-stop. Cerca del peaje de Puçol, me permitió subir un chico joven a su vehículo. ¿Estás haciendo la mili? me preguntó. Mi pelo me delataba. Tras indicarle que sí, me dijo que él era sargento, también del ejército pero que no me preocupara. Estaba prohibido lo del auto-stop, pero era lógico que tratáramos de pillar el medio más rápido para volver a casa.
A mediodía ya estaba en Barcelona, en mi casa de Infanta Carlota. Tras irme a Castelldefels el fin de semana (supongo, eso no lo recuerdo), el domingo noche estaba en Barcelona y el lunes, 23 de febrero, decidí irme por la tarde a una discoteca llamada 'Zacarías' con unos amigos, cerca de la llamada entonces Plaza Calvo Sotelo y ahora Francesc Macià.
Al salir, creo que pronto -quizás por los rumores-, y regresar a casa, me enteré de forma fehaciente lo del golpe de estado dado por Tejero y otra gente. Mi madre estaba muy preocupada. Luego llegó mi padre, también nervioso.
Los tanques (carros de combate), había salido a dar vueltas por Valencia. Tras oir la radio, me di cuenta que eran los de Bétera, dónde yo había estado, y que todo era liderado por el entonces aún general Jaime Milans del Bosch, jefe de la división en cuyas oficinas yo estaba.
Pese a que mi madre creía mejor que no me fuera, pro si me llamaban, tras tratar de ponerme en contacto con el cuartel (sin respuesta) me fui a ver pasar las cosas a casa de mi amigo Lorenzo Venosa.
Todo acabó, y un par de días después anulaban mi permiso y debía retornar súbito a Valencia.
Poco después, el teniente de inteligencia me devolvía el libro y me daba una perorata con un tono enfadado sobre que él respetaba la libertad de expresión, pero que pedía también respeto para sus ideas y que había mucha mentira en mucho de lo que se publicaba.
El retrato del rey, ya no estaba en su oficina ni en la de otros. Una copia del testamento de Franco y su imagen, sí.
¿Tuve mi permiso gracias, indirectamente, a Fernando Savater?
Otros pocos compañeros también tuvieron permisos aquel día. Alguno militaba en formaciones de izquierda o sindicatos.
No lo sé seguro, pero los hechos que he escrito son como mi memoria recuerda aquellos momentos...
Notas:
1.- el nombre del servicio parece ser que era desde 1976 Servicio de Información Bis del Ejército, que fue el precursor del CESID que se fundó en 1977, pero esa parte no la recuerdo).
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