08 octubre, 2010

PENA DE MUERTE, UN FALSO REMEDIO SIMPLE A UN PROBLEMA COMPLEJO

En Canadá quitaron la pena de muerte de su Código Penal en 1976, y en 1998 incluso en tiempo de guerra: "Contrariamente a las predicciones de los partidarios de la pena de muerte, la tasa de homicidios en Canadá no aumentó después de la abolición en 1976. De hecho, la tasa de homicidios de Canadá disminuyó ligeramente el año siguiente (de 2,8 a 2,7 por 100.000 habitantes). Durante los siguientes veinte años la tasa de homicidios osciló entre 2,2 y 2,8 por 100.000 habitantes, pero la tendencia general era claramente a la baja". En 1998 bajó a 1,9 homicidios por cada 100.000 habitantes, la tasa más baja desde 1960.

En los últimos diez años, la tasa bajó aún más, en un momento dado, hasta poco más de 1,7, pero después ha vuelto a subir hasta unos 2,4 (guardo el dato en la memoria, espero encontrar la fuente).


Sin embargo, sí subieron las condenas por asesinato, quizás porque los jurados estaban más dispuestos a condenar a gente a largas condenas por ser culpables de homicidios, que directamente a muerte. El temor al error debía pesar (desde la abolición, al menos seis prisioneros canadienses a los que se había declarado culpables de asesinato en primer grado han sido puestos en libertad tras demostrarse su inocencia, habiendo estado encarcelados dos de ellos durante más de diez años hasta que que pudo establecerse su inocencia).

Tal vez fue más útil socialmente el nuevo sistema, al ser los jurados más libres.

NO HAY RELACIÓN...

Sería bobo decir que la abolición de la pena de muerte ha implicado directamente la disminución de la tasa de otros homicidios. No tiene sentido. Es más complejo el tema (en todo acto hay muchos factores cuyo peso en las decisiones de las personas es muy dificilmente cuantificable).



Por eso debo reconocer que tampoco tiene sentido argumentar que el que hubiera más homicidios, incluida la propia pena de muerte, cuando ésta era legal, implica que la pena de muerte fomenta los homicidios. Es más complejo, sin duda. Debemos tenerlo claro.



El hecho de que haya pena de muerte (o no) no influye realmente en la tasa de homicidios (ni de otros delitos que castigan con dicha pena a las personas a las que se culpabiliza de haberlos cometido).



No hay relación. Pero tampoco cuando algunos sí creen que la hay cuando las cifras se dan en sentido opuesto.



Mal que les pese a los amantes de la pena máxima, de lo anterior también se deduce lo contrario, es decir que si hay pena de muerte y bajan los homicidios (no es lo que suele ocurrir) tampoco hay relación directa. Y tampoco la hay si hay una abolición de la pena de muerte y éstos suben.



La pena de muerte, en realidad, es inútil para atajar el mal que se quiere atajar. No guarda relación directa. No sirve.



Quizás lo mismo se pueda decir de otras muchas penas, es cierto, pero las mismas son menos extremas, crueles, inhumanas y degradantes, y permiten compensar, aunque sea poco, el mal causado en caso de error.



DE APLICACIÓN SENCILLA, PERO SÚMAMENTE INCORRECTA E INÚTIL
La pena de muerte, es una solución sencilla (para satisfacer a una supuesta galería, mayoritaria o no) a un mal muy (pero que muy) complejo.



Su aplicación puede llegar a ser muy cara (en EEUU), pero en la mayor parte de los países su uso es muy barato.



Es más fácil matar a una persona a la que se culpa de un delito, que tratar de intervenir en la sociedad para frenar las causas que dieron lugar a la comisión de dicho delito. Para algunos gobiernos, es más fácil matar a supuestos corruptos que luchar contra la corrupción. Es más fácil matar que tratar de defender a las víctimas de los homicidios. En el caso de la violencia contra las mujeres, lo estamos viendo. En Arabia Saudí, hay gente condenda a muerte por hacer futurología en una televisión, se la acusa de brujería...



Seguramente esto que digo, los gobiernos lo saben. Algunos asesores deben tener que puedan hacer estadísticas o que puedan y sepan leer informes.



Quizás lo que les gusta es que la gente sienta un miedo extremo a lo que el estado les puede hacer. Que sepan que su vida depende de sus gobernantes, que se la pueden arrebatar en determinados casos (o en todos en caso de error).



Se trata de explotar el miedo.



Pero probalmente también sigue siendo una mala hipótesis. Es verdad que parece serlo en los países que más la practican, como China, Irán, Arabia Saudita, Irak o EEUU (las prácticas de meter miedo a la población por sus autoriaddes políticas ha llevado a crear guantánamos en Cuba y prisiones secretas en muchas partes del mundo), pero hay muchos países similares que no lo hacen.



Lo de 'fabricar miedo' a la población seguro que es otra respuesta simple al mismo problema complejo.

Pero quizás esté más cerca de la mentalidad de algunos dirigentes de lo que muchos creemos. Quizás ellos no son complejos. Sólo brutales y directos.

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