Habiendo sondas espaciales... ¿es necesaria la exploración con seres humanos? Es una vieja pregunta. Ahora hay otra nueva. A muy, muy, muy larga distancia, ¿tiene sentido enviar complejas misiones, incluso aunque no sean tripuladas?
La Cassini-Huygens empezó su vuelo el 15 de octubre de 1997. Era el fruto de un proyecto iniciado mucho tiempo antes que ahora estamos disfrutando tras haber llegado a Saturno el pasado julio. Sin embargo, haciendo un poco de ciencia-ficción, ¿qué resultados tendríamos si la tecnología que lleva fuera la mejor actualmente, y no la mejor posible durante su proceso de creación y diseño? En su interior hay instrumentos de hace casi diez años. ¿Quién usa ya programas u ordenadores de 1995?
Alcanzar la máxima distancia con la mejor tecnología será cada vez más un reto importante a medida que vayamos yendo más lejos. ¿Qué pasará, por ejemplo, con la misión a Plutón New Horizons, que partirá en el 2006 y llegará en el 2015? ¿Y si vamos más lejos? Muchos son los factores que se deben tener en cuenta para todo proyecto de investigación espacial, pero, en el futuro, dado el avance de los conocimientos, deberemos plantearnos la rentabilidad científica real (no confundir con la económica) de un ingenio que deba llegar a su destino quince o veinte años después de ser lanzado.
¿Contestará una nave que diseñemos ahora, con experimentos adecuados a nuestras dudas actuales, a las cuestiones que los científicos se planteen en el año 2025? ¿Es defendible científicamente invertir en una misión cuyas respuestas no tendremos hasta mucho tiempo después, cuando quizás ni recordemos las preguntas, por haber sido contestadas por otros medios observacionales una década antes? Con unos medios limitados, ¿no es mejor dedicarlos a avanzar en ingenios menos específicos, como grandes telescopios, que permiten trabajar a muchos equipos en cosas muy diferentes?
No es fácil contestar, ya que también es cierto que sondas como las Pioneer o las Voyager han visto como su ‘anticuada’ tecnología podía ser aún algo útil por el avance de la ingeniería —que ha permitido una mejora en las redes de captación de sus señales—, y por nuestra capacidad de hacer buenas preguntas adaptadas a sus posibilidades de respuesta.
Tal vez en el futuro lo mejor sea enviar misiones enteramente reprogramables, que dispongan de los medios para construir por sí solas —cuando lleguen a su destino— los experimentos que se crean precisos, tras ejecutar las órdenes enviadas desde Tierra. Sin duda deberemos tratar de ir siempre más lejos, en un viaje lleno de experiencias, que nos permita enriquecernos con los propios resultados del trayecto, mientras vamos modificando los objetivos a medida que la ciencia avanza.
(Publicado en Tribuna de Astronomía y Universo, Abril 2005)