01 diciembre, 2004

MAGIA Y TECNOLOGÍA ÚTIL

Decía Arthur C. Clarke que, en el futuro, la tecnología sería indistinguible de la magia. Sin embargo, lo que estamos viendo ahora es que, en muchos casos, de lo que es indistinguible es de la más absoluta banalidad, con unos cachivaches cada vez más sofisticados, sin contenidos, de los que sólo se transluce la estulticia de sus creadores y la nuestra, sus ávidos usuarios —como esas supertelevisiones que, básicamente, sólo sirven la mayor parte del tiempo para ver programas basura (aunque sus dueños juren que se las compran para ver mejor los documentales de la 2)—.

Espero equivocarme, pero tal vez se haga necesario, para conseguir un mayor impacto social de la ciencia, enviar astronautas poco preparados de ambos sexos a la Estación Espacial, dejar allí todo el día las cámaras abiertas y que, cada lunes, puedan nominar a uno de ellos para que vuelva a la Tierra, con o sin cohete. Tal vez sólo así volvamos al prime time. Las tristes imágenes de los astronautas del Apolo XIII haciendo declaraciones desde el espacio a lo que ellos creían un planeta ansioso de sus noticias, sólo se trocó en realidad cuando se empezó a conocer que tenían un serio problema y que, tal vez, jamás regresarían.

Sin embargo, somos muchos aún los ilusionados en los avances de una tecnología abierta, limpia y útil, que mejore nuestras vidas realmente y que nos permita ampliar el conocimiento sobre nuestro entorno. Somos muchos los que cada vez que llega una nueva imagen del espacio, nos zambullimos en ella, nos sumergimos en el Cosmos y los que vemos, al abrir luego los ojos y mirar a nuestro alrededor, como el agua sólo nos llega hasta los tobillos, ya que no estamos allí y tal vez no la entendamos del todo. Algunos aficionados quizás no comprendemos bien el valor de cada nueva foto, pero —pese a todo— ansiamos el volver a darnos otro chapuzón.

Este 25 de diciembre la sonda Huygens dejará atrás el cálido abrazo de la Cassini y se dirigirá hacia Titán, cuya atmósfera, seguramente plena de sorpresas, cruzará el 14 de enero. La tecnología de la Huygens no es magia, sino esfuerzo, y en ello está su mérito, en el trabajo y en el pensamiento racional aplicado, y no en unos supuestos poderes fruto del azar.

Cuando tomemos las uvas, el día 31, y aunque sé que hay muchos problemas en el mundo a los que desearles una mejor suerte, les recomendaría que, si pueden, miren hacia el cielo y piensen que, en algún lugar incierto (cerca de Saturno, pero aún más de Titán), un pequeño ingenio terrestre estará yendo rumbo hacia lo desconocido, en un gélido entorno hostil. Tal vez una parte de lo mejor de este planeta, del espíritu humano, acompañe esa nave esa noche, que sin duda, allá lejos, en algún lugar del infinito, será de paz.

(publicado en Tribuna de Astronomía y Universo, diciembre de 2004)