01 enero, 2003

¡FELIZ AÑO NUEVO! (AUNQUE NO LO PONGAN FÁCIL)

El próximo mayo, muy posiblemente, si el tiempo no lo impide y la autoridad lo facilita (como parece que será), Pedro Duque volverá al espacio en una Soyuz rusa con destino en la Estación Espacial Internacional, en la que permanecerá unos diez días. El vuelo costará al erario público español unos 18 millones de euros (unos 3.000 millones de pesetas, aunque la cantidad aún no está fijada).

El dinero saldrá de los 120 millones de euros con los que se financia el total de actividades españolas en la ESA durante cinco años, cifra que se asignó en el 2001, cuando aún el gobierno no había decidido pagar este vuelo. Estos recursos pagan nuestra contribución anual obligatoria, así como los programa industriales a los que España se suscribe voluntariamente. Dado el nuevo gasto, improvisado... ¿Sin qué nos quedaremos de lo ya presupuestado? Tengamos en cuenta que el coste del vuelo es el 15% del total previsto para todo el lustro.

Según El País, a modo de comparación, el presupuesto para investigación espacial en el programa nacional de ciencia y tecnología ascendió en el 2002 en España a 7,2 millones de euros, a los que se añadieron otros 6 millones para el programa industrial. En total, poco más de 13 millones. Más aún, lo presupuestado para la investigación básica a través del Programa General del Conocimiento apenas supera los 50 millones de euros. La cantidad a aportar en este viaje no parece, pues, menor, visto el panorama de nuestra ciencia. ¿Será sólo una operación de prestigio? ¿Acabará por ser sólo una operación de Prestige?

Y todo eso cuando los llamados investigadores precarios continúan en ese estado (que no va a variar, según se ha declarado desde el ministerio, pese a su elevado rendimiento en investigación); cuando el impago de subvenciones ha obligado muchos científicos de nuestro país a renunciar a colaborar con equipos internacionales, a acumular deudas o a publicar en revistas científicas de inferior nivel por no poder pagar las tarifas de las más prestigiosas; cuando se sabe que el ministerio dejó de gastar en el 2001 un 70% de lo presupuestado en las principales partidas de investigación, y cuando también seguimos recordando la alerta lanzada hace ya tres años por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y la Unión Europea (UE) acerca de que España necesita incorporar cerca de 15.000 científicos para igualarse a los países desarrollados. ¿Para cuándo una planificación estable y rigurosa?

Creo que será importante, cuando llegue el momento, escuchar las explicaciones razonadas que se den sobre la financiación del vuelo de Pedro Duque, así como que se justifique científicamente la inversión —si la misma se lleva a cabo—. Recordemos como la falta de presupuesto está lastrando nuestra cooperación con programas internacionales de investigación y que, de hecho, no estamos en el Observatorio Europeo Austral por esa causa.

Debe ser la ESA la que coordine el presupuesto europeo del espacio, mediante las contribuciones nacionales que sean idóneas, basándose en programas de actuación coherentes a medio y largo plazo. En ese marco no hay problema a que se destine dinero a un vuelo o los que sean menester. La investigación espacial no debe quedar sometida a lógicas no científicas, de supuestos intereses nacionales de ‘tener más nombre’.

En cualquier caso, por suerte, se inicia ahora un nuevo y, como todos, apasionante, año. Como siempre, nos aguarda un largo viaje en torno al Sol, que no por acostumbrado, deja de ser sorprendente. ¿Qué nuevas sorpresas nos deparará el camino? ¡Feliz año nuevo! (aunque no lo pongan fácil).

(publicado en Tribuna de Astronomía y Universo, enero 2003)