16 abril, 2006

NUEVOS MAPAS DE LOS SATÉLITES DE SATURNO

Las delicadas sombras de sus anillos y las lunas heladas hacen del sistema de Saturno un lugar de una gran belleza.
(NASA/JPL/Space Science Institute)


La misión Cassini-Huygens, nacida de una feliz iniciativa de cooperación entre la NASA, la ESA y la Agencia Espacial Italiana, nos sigue aportando unos resultados brillantes, que nos permiten aproximarnos un poco más al complejo mundo de la geología e historia de las fascinantes lunas de Saturno, situado a una distancia media de nuestra estrella de 1.429.400.000 km.

Las imágenes que nos envía la sonda Cassini nos proporcionan solamente un atisbo leve de lo que debe ser la experiencia real de estar allí, cerca de Saturno. Tetis (a la derecha, de 1.071 kilómetros de diámetro) y Mimas (cerca del centro, de 397 kilómetros de diámetro máximo) se captan aquí contra la atmósfera turbulenta del planeta. (NASA/JPL/Space Science Institute)

Precisamente, entre otros muchos, uno de los logros conseguidos entre diciembre del 2005 y enero de este año por el equipo científico estadounidense que dirige la misión ha sido la de haber obtenido una serie de mapas globales digitales de algunos de sus satélites más grandes y conocidos, como son Titán, Jápeto, Dione, Encélado, Mimas, Febe, Tetis y Rea, tras haber trabajado durante meses con las imágenes enviadas por los diferentes instrumentos de la sonda Cassini-Huygens (con el refuerzo en las zonas poco claras de las imágenes obtenidas hace veinte años por la Voyager).

Para poder conseguir mapas en dos dimensiones de mundos más o menos esféricos (como son los satélites mayores del segundo planeta por tamaño del Sistema Solar, tras Júpiter), se ha tratado de conseguir que todos fueran proyecciones equidistantes, hechos obviamente a diferentes escalas. Las distancias en los polos resultan deformadas en este tipo de proyección.

Excepto en el caso de Titán, se indican los radios medios de los satélites usados para la proyección de los mapas, ya que la escasa esfericidad de alguno de ellos, tal como se ve en la tabla adjunta, hace que sea necesario hacer explícito este dato para mejor entender la imagen. Así mismo, los diámetros que se indican son máximos, y no siempre coinciden exactamente con el doble de los radios medios usados.


Entre los mapas llevados a cabo y difundidos hasta ahora sólo faltaría el de Hiperión para tener los de todos los satélites descubiertos antes de que las primeras sondas espaciales rusas y estadounidenses se lanzaran al espacio. Seguramente, la poca claridad de las imágenes conseguidas de muchas de las partes de esta luna lo han impedido.

El descubrimiento de Hiperión, de 280 km de diámetro máximo, tuvo lugar en el año 1848, habiendo sido atribuido a los estadounidenses W. y G. Bond, sí como al inglés W. Lassell. Es el único de los satélites de Saturno que se conocían antes del inicio de la investigación espacial que no tiene un mapa de su superficie similar a los que aquí mostramos. El resto de lunas que se conocían antes de 1959 son Mimas, Encélado, Tetis, Dione, Rea, Titán, Jápeto y Febe. Desde entonces, se han descubierto 41 satélites más orbitando al quinto planeta del Sistema Solar. (NASA/JPL/Space Science Institute)


Las operaciones necesarias para llevar a cabo la captación de las imágenes que están en la base de este trabajo se llevaron a cabo desde el Instituto de Ciencia Espacial (
Space Science Institute), ubicado en la ciudad estadounidense de Boulder (Colorado), mientras que la gestión de la misión ha correspondido al Jet Propulsion Laboratory (JPL, Laboratorio de Propulsión a Chorro), ubicado en Pasadena, que lo hace por encargo del equipo científico de la sonda de la NASA. El módulo orbital de Cassini, así como las dos cámaras que lleva a bordo, también fueron diseñadas, desarrolladas y ensambladas en el JPL.

Es posible obtener una versión a mejor resolución de todas las imágenes haciendo
click sobre ellas.


TITÁN

(NASA/JPL/University of Arizona)


Mapa global infrarrojo de Titán, conseguido mediante el tratamiento de las imágenes obtenidas en sus dos últimos sobrevuelos del 26 de diciembre de 2005 y del 15 de enero de 2006 por el espectrómetro visual e infrarrojo de la sonda Cassini-Huygens. Éste fue el primero de los satélites de Saturno en ser descubierto, acontecimiento que sucedió el 25 de marzo de 1555 de la mano del astrónomo holandés Christiaan Huygens, a cuya memoria se dedicó la pequeña sonda que impactó contra su superficie el 14 de enero de 2005. Es, sin duda, el satélite más grande de Saturno —con 5.150 km de diámetro—, y el segundo mayor del Sistema Solar tras Ganimedes (Júpiter). Su diámetro es superior al de planetas como Mercurio y Plutón. Tiene una atmósfera extraordinariamente densa, que impide casi por completo ver nada de su superficie, por lo que es necesario el tratar de visualizar su suelo mediante cámaras infrarrojas. Esta atmósfera fue descubierta hace un siglo ya por el español Comas Solà, aunque muchos atribuyan el hallazgo a otro astrónomo holandés también muy conocido, Gerard P. Kuiper.

Cambios en la superficie de Titán. (NASA/JPL/University of Arizona)


JÁPETO

(NASA/JPL/Space Science Institute)


Jápeto fue descubierto por Giovanni Cassini el 25 de octubre de 1671, desde el Observatorio de París (Francia), del que era director. Más de tres siglos después, los datos obtenidos mediante los sobrevuelos de una sonda que lleva el nombre del astrónomo originario de Italia, ha permitido crear este mapa (con la ayuda de imágenes guardadas desde el sobrevuelo de la Voyager, veinte años antes). Tras Titán y Rea, es la tercera luna por su tamaño del sistema saturniano, y mide unos 1.468 km de diámetro. El mapa está hecho a una escala de 641 metros por píxel. Algunas de las zonas que se ven en el mapa, fueron captadas por la Cassini gracias a la luz reflejada desde Saturno. El radio medio de Jápeto usado para la proyección de este mapa es de 735 kilómetros y su resolución es de 20 píxeles por grado.

Jápeto, visto por la Cassini. (NASA/JPL/Space Science Institute)


DIONE

(NASA/JPL/Space Science Institute)


Descubierto también por Cassini, este hallazgo tuvo lugar el 21 de marzo de 1684. Dione tiene dos satélites troyanos llamados Helena y Pollux —o Polideuces— (descubierto recientemente por la misión Cassini/Huygens) que orbitan a la misma distancia orbital de Saturno que Dione, pero 60º delante o detrás (Helena esta en el Punto de Lagrange 4 —L4— y Polideuces en el L5). El mapa está hecho a una escala de 977 metros por píxel. El radio medio de Dione usado es de 560 kilómetros y la resolución del mapa es de 10 píxeles por grado. Este mapa fue creado utilizando datos de sobrevuelos de las sondas Cassini, así como también de la Voyager.

Ubicación de los cinco puntos de Lagrange del sistema formado por Saturno y Dione, con sus dos satélites troyanos —Helena y Polideuces—, situados a 60 grados por delante y por detrás de Dione, acompañándolo en su misma órbita. (Modificado por autor, sobre original NASA)


Dione y Saturno. (NASA/JPL/Space Science Institute)


ENCÉLADO

(NASA/JPL/Space Science Institute)

Descubierto por el astrónomo inglés, de origen alemán, William Herschel —descubridor así mismo de Urano— el 17 de septiembre de 1789. Su tamaño no es muy grande, con un diámetro de sólo 498,8 km. Este mapa también se ha creado gracias a los datos de las sondas Cassini y Voyager, y está hecho a una escala de 110 metros por píxel. El radio medio de Encélado usado para la proyección de este mapa fue de 252 kilómetros y su resolución fue de 40 píxeles por grado.


Encélado. (NASA/JPL/Space Science Institute)



MIMAS

(NASA/JPL/Space Science Institute)


Mapa de Mimas, satélite de Saturno de 397 km de diámetro. Fue descubierto por William Herschel también el 17 de septiembre de 1789, conjuntamente con Encélado. El plano digital se ha obtenido gracias a los datos de Cassini y Voyager, y está hecho a una escala de 434 metros por píxel. El radio medio de Mimas usado para la proyección de este mapa es de 199 kilómetros y su resolución es de 8 píxeles por grado.

Mimas. (NASA/JPL/Space Science Institute)


FEBE

(NASA/JPL/Space Science Institute)


Febe fue descubierta por el astrónomo estadounidense William Pickeringhace en 1898. Este mapa digital global de Febe se creó usando datos obtenidos durante el paso muy cercano de la sonda Cassini sobre la pequeña luna en el mes de junio del 2004. Es el más grande y conocido entre los llamados satélites irregulares, que a su vez constituye el grupo más numeroso entre las lunas que orbitan al planeta anillado —el resto consiste en cuerpos más pequeños (de pocos kilómetros de diámetro) que orbitan a grandes distancias de Saturno—. A su vez, este grupo se puede dividir aún más, y así se pueden constituir familias tales como el grupo Inuit, el Norse y el Gallic. El presente mapa está hecho a una escala de 233 metros por píxel. El radio medio de Febe usado para la proyección de este mapa es de 107 kilómetros, y su resolución es de 8 píxeles por grado.

Febe, captada por la sonda Cassini en el mes de junio de 2004, muestra en la imagen los nombres asignados provisionalmente a sus 24 cráteres por la Unión Astronómica Internacional. (NASA/JPL/Space Science Institute)



TETIS

(NASA/JPL/Space Science Institute)

Giovanni Cassini descubrió también esta pequeña luna, y ello sucedió el 21 de marzo de 1684. Este mapa de Tetis, con un diámetro de 1.071 km, se creó también, como la mayor parte de los anteriores, usando datos obtenidos durante los sobrevuelos de las sondas Cassini y Voyager. Tetis tiene también —como Dione— dos satélites troyanos llamados Telesto y Calipso (Telesto ocupa el lugar L4 y Calipso el L5, ambos a 60º asimismo por delante y por detrás de Tetis). El mapa que presentamos es también una proyección equidistante y está hecho a una escala de 293 metros por píxel. El radio medio de Tetis usado para la proyección de este mapa es de 536 kilómetros y su resolución es de 32 píxeles por grado.

Tetis, visto por la Cassini. (NASA/JPL/Space Science Institute)


Características superficiales y variaciones de color de Telesto (de sólo 24 km de ancho), el satélite troyano de Tetis. La superficie lisa de esta luna sugiere que está cubierta con una capa de polvo fino y materiales congelados. (NASA/JPL/Space Science Institute)


REA

(NASA/JPL/Space Science Institute)

Descubierta por Cassini el 23 de diciembre de 1672, es el segundo satélite en tamaño de Saturno (con 1.528 km de diámetro), tras el gigantesco Titán. Este mapa digital global de Rea se creó usando datos obtenidos durante un sobrevuelo de la sonda Cassini, con un refuerzo de los captados también por la sonda Voyager en su histórico periplo hacia los confines de nuestro Sistema Solar. El mapa está hecho a una escala de 667 metros por píxel. El radio medio de Rea usado para la proyección de este mapa es de 764 kilómetros y su resolución es de 20 píxeles por grado.

Rea. (NASA/JPL/Space Science Institute)

(publicado en la revistas española 'Astronomía', en el mes de noviembre del año 2006)

15 abril, 2006

¿ESPECIE? ¿QUÉ ESPECIE?

La definición exacta de especie ha sido siempre un problema al hablar sobre el proceso de hominización. Ante las dificultades para encontrar una propuesta válida, que abarque al resto de seres vivientes (especialmente los extintos), tal vez continúe siendo útil lo que escribía Darwin sobre que ‘cada naturalista sabe más o menos lo que quiere decir cuando habla de especie’...

Ernest Mayr describía a las especies como ‘grupos de poblaciones naturales que se entrecruzan y se encuentran aislados reproductivamente de otros grupos parecidos’. Su concepto se basaría en la posibilidad de intercambio genético entre seres vivos. Serían de la misma especie los que se comprobara que se pueden reproducir y tener descendencia viable. Sin embargo, pese a ser la definición más usada, no es muy útil para el estudio de fósiles, dada la imposibilidad de comprobar sus posibilidades reales de entrecruzarse.

Sin duda, es fundamental contar con un concepto preciso que goce de una aceptación amplia cuando se habla de especies —y de sus características— para poder entender en su justa medida las discusiones sobre la posición de cada resto de homínido hallado en el árbol de la evolución humana.

No hay una solución fácil, dados los restos fragmentarios y únicos que nos proporcionan las excavaciones y lo escaso aún de nuestro saber. Cuando se dice que dos fósiles pertenecen a especies diferentes se quiere significar que seguramente sus poblaciones no se podían reproducir entre ellas, lo cual indica un salto evolutivo de cierta importancia. Pero eso siempre es una suposición (más o menos fundamentada).

Pese a los intentos de superar problemas, éstos continúan existiendo y así es notoria la influencia de factores no estrictamente científicos en la identificación de restos y en su valoración, pese a tratar de objetivizarse cada descripción, como bien señala José Mª Bermúdez de Castro en Atapuerca, perdidos en la colina.

Así, coexisten especialistas que parecen tener un deseo ‘obsesivo’ por encontrar al homínido más viejo y los que parecen aspirar sólo a simplificar y clarificar nuestro linaje fósil, aunque ello les haga reconocer que ‘su’ hueso no pertenece a una especie especial, sino que quizás sólo sea una variedad de otra ya definida antes. Dadas las escasas ayudas públicas y cómo se valora el ‘éxito’, a la caza fortuita de un resto único se le suele dar más importancia que a la correcta documentación de un hallazgo.

¿Se podían cruzar los neandertales con nuestros primeros antepasados? ¿Hasta qué punto eran —o no— una especie diferente? Las investigaciones sobre su ADN les separa mucho de nosotros, pero no de forma absolutamente concluyente, aunque ya se descarta que haya restos de Homo neanderthalensis en nuestra estructura genética fruto de un cruce. Recordemos que no hace mucho se hablaba del hallazgo de restos que parecían resultado de la mezcla de neandertales con humanos modernos. Tampoco se conoce bien la relación de los neandertales con los heidelbergensis que les precedieron, ni los restos de éstos últimos con los del Homo antecesor. En definitiva, ¿cuáles de todas tal vez fueron sólo variedades locales de la misma especie? Como siempre en ciencia, continuará...

Alfonso López Borgoñoz

(A publicar en Tecnociencia nº 3, mayo 2006, en la sección 'Pretérito Imperfecto')

20 AÑOS QUIZÁS NO SEA NADA, PERO 60 SON MUCHOS

Ejercicio sencillo de estadística depresiva. Para matemáticos aficionados. Mi esperanza de vida es de unos ochenta años. Ello implica que moriré hacia el 2040. Mi hija, nacida en el 2001, tal vez tenga una esperanza de vida cuando le llegue el momento de unos 100 años (tal vez no). Eso implica que estaré unos 60 años sin verla, sin acariciarla, sin consolarla.

La eternidad no me parece mucho, dado que estaremos muertos.

Pero esos 60 años perdidos se me hacen muy cuesta arriba, aunque no los vea.

04 abril, 2006

TEXTO DE INTRODUCCIÓN A LA XII ASAMBLEA DE AMNISTÍA INTERNACIONAL CATALUNYA, CELEBRADA EL 1 DE ABRIL DE 2006 EN SABADELL
-en castellano al final-

(VERSIÓN EN CATALÁN)

En un recent treball sobre els menors soldats en els conflictes armats anomenats de baixa intensitat (que són els que més morts i danys causen a l’actualitat), fet per la ‘Coalición Española para Acabar con la Utilización de Niños Soldados’, de la qual forma part Amnistia Internacional, es diu que una de les causes del seu freqüent ús per milícies de tota mena, és que són individualment prescindibles. Individualment prescindibles.

Després del seu reclutament, a partir dels vuit anys d'edat a vegades, poden servir per diferents finalitats, com detectar mines al caminar per terrenys dubtosos, com a mitjà de càrrega, com objectes sexuals pels seus companys de més edat... encara que també per a la guerra, evidentment.

Curiosament, la seva importància està en el fet que manquen d'ella. Importen perquè no importen. Són necessaris perquè no ho son. La seva extremada vulnerabilitat sorgeix de que sembla que ningú creu que tinguin cap dret. La seva mort física o moral no sembla rellevant per als seus superiors o pels governs on actuen.

Però, i per a la resta del món?

Al final de la pel·lícula ‘El Hundimiento’, i en un fragment extret d’un documental gravat al 2002, Traudl Junge, secretària d'Adolf Hitler en els últims anys del seu mandat, deia que en la seva joventut no s'havia assabentat del que estava passant al seu país i que per això durant molt temps no s'havia sentit responsable de la seva col·laboració amb el dictador alemany.

Un dia, no obstant això, a Munic, va veure la tomba d'una noia de la seva edat, Sophie Scholl, afusellada en el 1943 —als 22 anys d’edat— pels nazis (juntament amb altres joves) després d'haver estat detinguda per pertànyer a un grup d’activistes anomenats ‘La Rosa Blanca’ i per repartir fulletons de denúncia contra el règim nacionalsocialista a la Universitat de Munic, completament pressa per les milícies del brutal règim imperant a l’Alemanya d’inicis dels anys quaranta del passat segle.

Junge llavors es va adonar, segons ella mateixa reconeixia, que segur que sí que va tenir alguna oportunitat de saber el que passava... i que no era tan difícil tenir el coratge per a sentir la veu de la seva consciència i reconèixer que s’havia equivocat.

Sens dubte, és possible i normal que no sapiguem moltes coses.

Molta gent no sap encara (i no ho fan per negacionisme) que va passar amb molts dels detinguts a la guerra civil espanyola, ni saben que passa a Ciudad Juàrez (Mèxic), ni a Guatemala, ni a moltes parts del món i ni tan sols saben de la violència que es pateix a casa de la seva veïna.

A vegades, és difícil arribar a adonar-se de gairebé res...

Però, no obstant això, no és honrat defensar que no puguem arribar a saber, si realment volem saber.

Ni tampoc que no puguem intentar actuar, de cap manera, contra la injustícia. Ni amb una carta. Una sola.

Els homes i dones que formem part d'Amnistia Internacional sí que sabem, sens dubte, que aquestes nenes i aquests nens soldat són especialment imprescindibles, com els defensors de drets humans —com la Sophie Scholl i tants d’altres—, com totes les víctimes de la violència, de la tortura, de les detencions per delictes d'opinió, com la vida dels comdemnats a mort a qualsevol lloc del món.

Com imprescindibles sabem que són els drets humans sobre els quals s'assenta la nostra labor i com també coneixem fins a quin punt és imprescindible el nostre esforç continu en la seva defensa.

I no ho fem perquè sigui fàcil, ni còmode, sinó perquè és el correcte.

A aquesta dotzena Assemblea General d’Amnistia Internacional de Catalunya d’avui, a Sabadell, tractarem de parlar, un any més, de la tasca que hem realitzat entre tots i totes al llarg del 2005 -ja sigui amb la nostra ajuda econòmica, amb el nostre activisme o amb l'esforç professional-.

  • En una lluita per la dignitat, no només de les víctimes, sinó també essencialment de la nostra pròpia.
  • En una treball per conèixer i trencar el vel de la foscor que tracta d’amagar en la impunitat les violacions de drets humans en tot el món,
  • I en un esforç per la divulgació del que hem conegut —solidaris, contents i actius—, tractant d’evitar sempre que el millor de nosaltres es perdi inútilment en la ignorància, entre el dolor i la desesperança.
Alfonso López Borgoñoz
President
Amnistia Internacional Catalunya

(VERSIÓN EN CASTELLANO)

En un reciente trabajo sobre los menores soldados en los conflictos armados llamados de baja intensidad (que son los que más muertos y daños causan en la actualidad), hecho por la ‘Coalición Española para Acabar con la Utilización de Niños Soldados', de la cual forma parte Amnistía Internacional, se díce que una de las causas de su frecuente uso por milicias de todo tipo es que son individualmente prescindibles. Individualmente prescindibles.
Después de su reclutamiento, a partir de los ocho años de edad a veces, ellos y ellas pueden servir para diferentes finalidades, como detectar minas al caminar por terrenos dudosos, como medio de carga, como objetos sexuales para sus compañeros de más edad... aunque también para la guerra, evidentemente.
Curiosamente, su importancia radica en que carecen de ella. Importan porque no importan. Son necesarios porque no lo son. Su extremada vulnerabilidad surge de que parece ser que nadie cree en serio que tengan ningún derecho. Su muerte física o moral no parece relevante para sus superiores o para los gobiernos donde actúan.
Pero, ¿y para el resto del mundo?
Al final de la película ‘El Hundimiento', y en un fragmento extraído de un documental grabado en el año 2002, Traudl Junge, secretaria de Adolf Hitler en los últimos años de su mandato, decía que en su juventud no se había enterado de lo que estaba pasando a su país y que por ello durante mucho tiempo no se había sentido responsable de su colaboración con el dictador alemán.
Un día, sin embargo, en Múnich, vio la tumba de una chica de su edad, Sophie Scholl, fusilada en el año 1943 —a los 22 años de edad— por los nazis (junto con otros jóvenes) después de haber sido detenida por pertenecer a un grupo de activistas llamados ‘La Rosa Blanca' y por repartir folletos de denuncia contra el régimen nacionalsocialista en la Universidad de la capital bávara, completamente tomada por las milicias del brutal régimen imperante en la Alemania de inicios de los años cuarenta del pasado siglo.
Junge entonces se dio cuenta, según ella misma reconocía, de que seguro que sí tuvo alguna oportunidad de saber lo que pasaba... y que no era tan difícil tener el coraje para sentir la voz de su conciencia y reconocer que se había equivocado.
Sin duda, es posible y normal que no sepamos muchas cosas.
Mucha gente no sabe aún (y no lo hacen por negacionismo) que pasó con muchos de los detenidos en la guerra civil española, ni saben que pasa en Ciudad Juàrez (México), ni en Guatemala, ni en muchas partes del mundo y ni tan solo saben de la violencia que sufre su propia vecina en su casa.
A veces, es difícil llegar a darse cuenta de casi nada...
Pero, sin embargo, no es honrado defender que no podamos llegar a saber, si realmente queremos saber.
Ni tampoco que no podamos intentar actuar, de ninguna manera, contra la injusticia. Ni con una carta. Una sola.
Los hombres y mujeres que formamos parte de Amnistía Internacional sí que sabemos, sin duda, que estas niñas y estos niños soldado son especialmente imprescindibles, como lo son los defensores de derechos humanos —como Sophie Scholl y tantos otros—, como todas las víctimas de la violencia, de la tortura, de las detenciones por delitos de opinión, como la vida de los condenados a muerte en cualquier lugar del mundo.
Como imprescindibles sabemos que son los derechos humanos sobre los cuales se asienta nuestra labor y como también conocemos hasta qué punto es imprescindible nuestro esfuerzo continuo en su defensa.
Y no lo hacemos porque sea fácil, ni cómodo, sino porque es lo correcto.
En esta duodécima Asamblea General de Amnistía Internacional de Catalunya de hoy, en Sabadell, trataremos de hablar, un año más, de la tarea que hemos realizado entre todos y todas a lo largo del 2005 -ya sea con nuestra ayuda económica, con nuestro activismo o con el esfuerzo profesional-.
  • En una lucha por la dignidad, no sólo de las víctimas, sino también esencialmente de nuestra propia.
  • En una trabajo para conocer y romper el velo de oscuridad que trata de ocultar en la impunidad las violaciones de derechos humanos en todo el mundo.
  • Y en un esfuerzo por la divulgación de lo que hemos conocido —solidarios, contentos y activos—, tratando de evitar siempre que lo mejor de nosotros y lo mejor de vosotras se pierda inútilmente en la ignorancia, entre el dolor y la desesperanza.
Alfonso López Borgoñoz
Presidente
Amnistía Internacional Catalunya

NO ES CIERTO

Es verdad que no sabemos muchas cosas de las que pasan, pero no es cierto que no podamos llegar a saber ninguna. Es verdad que no podemos actuar siempre, pero no es cierto que no podamos actuar nunca.

LA DIFICULTAD DE ESTAR A LA ÚLTIMA

No fue hace tanto. Al menos, eso es lo que quiero pensar. Recuerdo mi primer libro con muchas fotografías interiores en color. Fue uno de ciencias naturales, a principios de los setenta. Había una foto de algo ocurrido dos o tres años antes. Armstrong, sobre la Luna. También recuerdo mi primer libro serio de astronomía, regalado a fines de los sesenta. Las fotos eran en blanco y negro (y ni siquiera las había de todos los planetas…).

Pese a que la velocidad del cambio en ciencia ya era enorme, ello no llegaba de forma rápida a las aulas ni había una clara percepción de ello por los alumnos. Yo no la tenía, al menos. Tenía una impresión de algo que iba cambiando de forma paulatina. Nada que ver con esa sensación de vértigo que noto cuando colaboro ahora en la preparación de cada nueva revista.

La verdad es que pocas veces me paro a pensar en la complejidad que tiene en la actualidad el trasladar nuestras incertezas (que son tantas) y aquello que sabemos (que es tan poco) a los estudiantes, de forma que los abismos, en vez de asustarles, les motiven, como nos pasa a nosotros.

El ritmo rápido al que se suceden los descubrimientos en el mundo de la ciencia en general —y en el de la astronomía en particular— parece no facilitar su enseñanza. Si uno no es un especialista, puede no tener claro cuál son las mejores hipótesis, las más validadas, cuando se tratan ciertas materias. Incluso puede dar nociones que luego sus alumnos vean en esta misma revista que no son correctas del todo. Y no hablo de conocimientos acerca de temas muy de detalle, sino de básicos. ¿Qué es un planeta? ¿Lo es Plutón? ¿Cuántos tiene el Sistema Solar? ¿Qué lo compone? ¿Cuántos satélites tienen los planetas? ¿Qué es un asteroide o un cometa? ¿Materia oscura? ¿Energía oscura?... si se trata de poner luz, tanta oscuridad puede ser disuasoria.

Si aproximar a los estudiantes aquello que surge de los centros de investigación nunca ha sido sencillo, en momentos de cambio acelerado —como el actual— en toda la ciencia, ello debe ser más complicado... (y lo malo es que por suerte todo será más rápido en un próximo futuro). Yo sólo tuve que aprender el nombre de nueve planetas, ¿cuándo será un buen momento para que se empiecen a conocer los de los planetas extrasolares?

Pero, seamos sinceros, todo ello, bien gestionado y con algo de medios, es más una oportunidad que un problema. La excitación por la renovación constante debe ser siempre un acicate. Que se vea que la fuerza no está en la autoridad ni en la antigüedad de una teoría, sino en lo demostrable, es ciencia pura. Y que se sepa que lo único seguro es que hay que trabajar mucho para dar pasos cortos, tal vez sea lo mejor que nos puede pasar.

Alfonso López Borgoñoz


(publicado en Tribuna de Astronomía y Universo, mayo 2005, como Editorial)